Cuando Rusia invade a Alemania se enfrenta —así como los alemanes lo hicieron en Bélgica— a la población civil. El avance del ejército sobre los pueblos sin milicia significaba saqueo, robo, y todo tipo de violencia. Por supuesto, los civiles, aun cuando no estaban pertrechados como los soldados invasores, de alguna manera buscaban si no defenderse, cosa imposible, sí por lo menos alguna cuota de venganza. Cuando esto sucedía, derivaba en una respuesta totalmente desproporcionada con la finalidad de dar ejemplo y sentar precedente. En situaciones así no se hacía distinción de niños, mujeres o ancianos. Los civiles no contaban mucho.
Una de las respuestas de los alemanes a la invasión rusa fue el inicio de la utilización de armas químicas, concretamente gas lacrimógeno. Al principio, la comandancia rusa quedó sorprendida al ver a su avanzada convertida en un reguero de cadáveres sin ninguna explicación, en pleno campo como también en las trincheras. Cuando tuvo lugar el fallido ataque alemán de Bolimowie (enero, 1915, Varsovia), con miles de proyectiles a puro gas, fue el clima lo que evitó que hubiesen más bajas. En cambio, en la batalla de Ypres (abril, 1915, Bélgica), contando con 160 toneladas de cloro, el clima sí les favoreció.
Con la gran Ofensiva de Gorlice-Tarnów los alemanes esperaban dar un golpe definitivo, esperando que el Imperio Ruso se rinda. Sin embargo, a pesar de la enorme derrota militar de los rusos, estos solo retrocedieron hacia el interior aplicando una política de tierra quemada, es decir, destruyendo todo a su paso, de manera que los invasores no puedan sacar ningún provecho del territorio conseguido. Mas, así como los turcos se habían ensañado con los armenios en la derrota en el Cáucaso, ahora le tocaba a los judíos desempeñar el papel de culpables por la derrota de los hombres del Zar.
Como sea, en Alemania la cosa tampoco fue sencilla para los judíos. En un principio, y bajo el «Espíritu de 1914», muchos se alistaron en el ejército del imperio alemán, accediendo incluso a cargos y rangos a los que antes no hubieran podido acceder por el hecho de ser judíos. Pero, la guerra se fue haciendo larga, muy larga, y el Imperio Alemán comenzó a pasar hambre al quedar bloqueado marítimamente. Walther Rathenau y Albert Ballin, judíos, siendo funcionarios a cargo de las materias primas terminaron siendo odiados por el pueblo germano, odio que fue proyectado hacia todos los demás judíos.
En el ejército alemán se dio el «censo judío», un censo que intentó determinar si era cierta la propaganda de que los soldados judíos rehuían ir al frente, haciendo todo lo posible por realizar sólo labores administrativas y de que lucraban con las armas y demás materiales bélicos. El censo, que de practicidad no tuvo nada, terminó socavando la moral de los soldados judíos, muchos de los cuales fueron héroes condecorados, volcándolos hacia el sionismo, en tanto que sintieron que la sociedad alemana los rechazaba abiertamente. El divide y vencerás surgió no desde fuera, sino desde dentro de la comandancia alemana.
Deja una respuesta