Al momento de la gran guerra, el imperio alemán contaba con África Oriental Alemana (Tanganica, Ruanda-Burundi, Witulandia, Tanzania), África del Sudoeste Alemana (Namibia), África Occidental Alemana (Camerún, Togo, y algo de Ghana y Nigeria). En Oceanía, con la Nueva Guinea Alemana (Kaiser-Wihelmsland, Islas Salomón, Marshal, Isalas Carolinas, Marianas, y Palaos). En Asia, con Kiau Chau y Tianjin. El territorio era vasto, pero inferior al de otros imperios, como el enorme y poderoso imperio británico. Guillermo, como todos los monarcas de ese entonces, manejaba alternativas para expandir sus dominios. Cuanto más territorio conquistado, mejor, tal el paradigma. Como si no existiesen costos.
Esta diferencia de colonias entre el imperio alemán y el británico se hizo notoria, justamente, al entrar en el tablero tres variables: flota comercial, armada y ejército. Es decir, cuánto dinero habían invertido cada uno en estas cuestiones. En este orden, Tsingtao era fundamental para la Marina Imperial alemana, que carecía de recursos para defenderla. Los británicos, en lugar de tomarla directamente, invitaron a Japón que, con el asedio, entró en el conflicto. La participación de los ingleses fue un tanto simbólica y, de hecho, cuando desfilaron como vencedores, los alemanes que sobrevivieron les dieron la espalda como señal de repudio.
La inferioridad en cuanto a armada naval, hizo que los alemanes recurrieran a una estrategia inusual de ataque contra los británicos, considerando, además, que el poderío económico de los isleños provenía de la India, su principal colonia. Todo comenzó a girar en torno a cómo tratar las rutas de abastecimiento de los aliados, las cuales comenzaron a ser atacadas por oficiales como el comandante del SMS Emden, Karl von Müller, siguiendo una conducta de golpear y salir de escena lo antes posible. El Emden consiguió hundir más de 15 barcos enemigos antes de ser abatido en la batalla de las Cocos.
El otro punto crucial, siempre desde el punto de vista comercial y de abastecimiento, era el canal de Suez. Aquí los germanos recurrieron al Imperio otomano, los cuales aceptaron entrar al lío, con los ojos puestos sobre Egipto y Libia a largo plazo. El ejército otomano, al mando del ministro turco, Djemal Pasha, tenía su base en Damasco, y el jefe del estado mayor era, necesariamente, un alemán, el coronel Kress von Kressenstein, quien organizó la primera Campaña del Sinaí, la cual resultó en un fracaso, aunque los británicos tuvieron que destinar muchos más recursos para sostener la defensa del canal.
Los aliados también sufrieron un revés importante con el intento de neutralizar al Imperio otomano, cosa que intentaron con un gran desplazamiento naval y el desembarco de tropas en Galípoli, las cuales, finalmente tuvieron que ser evacuadas. Por otro lado, las colonias alemanas en África se convirtieron en un objetivo tanto para franceses como para británicos, y de todas, sólo la colonia de Tanganica, bajo el mando de Paul von Lettow-Vorbeck resistió hasta el final del conflicto. La Unión Sudafricana, al mando de Luis Botha, y en representación del gobierno británico invade y ocupa (¿una ocupación legal?) África del Sudoeste Alemana.
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