Independiente de los turcos de Turquía, y del Imperio Otomano, estaban (y siguen estando) los pueblos túrquicos, con los cuales Enver Pashá, referente fundamental de la «Revolución de los Jóvenes Turcos», quería conformar un único Estado, ya sea bajo la forma de federación, ya sea bajo una Dinastía Otomana. Para el inicio del conflicto, aunque eran tres los pachás que gobernaban el Imperio Otomano, Ahmed Djemal, Mehmed Talat y Enver Pashá, era éste último, y como ministro de guerra, el que en realidad manejaba los hilos del gobierno, cosa que dejó en claro cuando en octubre de 1914 se autonombró Vicegeneralísimo.
En 1913 los alemanes habían enviado a Otto Liman von Sanders con la finalidad de ayudar al ejército turco a constituirse como una fuerza seria, y fue en esta coyuntura que conoció a Enver Pashá, quien por julio de 1914 había ofrecido una alianza al Imperio Alemán, propuesta que von Sanders había sugerido que se rechace debido a las precarias condiciones de la milicia turca. Sin embargo, iniciado el conflicto, ambos imperios firmaron un acuerdo secreto, en el cual se instruía que las tropas otomanas debían estar efectivamente supervisadas por Alemania. Dos meses después, Pashá declaraba la guerra a los aliados.
Al llamar a reclutamiento Enver Pashá, los hombres acudieron en masa, las oficinas de alistamiento se saturaron y el campo quedó sin mano obrera, con lo que la cosecha de ese año fue un desastre. Para más inri, Pashá, haciéndose cargo del Tercer Ejército, ataca a los rusos en el Cáucaso en pleno invierno pretendiendo lograr una gran victoria, aunque lo que logró fue la tremenda derrota de Sarikamis. Lo notable es que de los aproximadamente 190 mil otomanos, apenas la mitad habrían dado combate real. El resto habría perecido por hipotermia o quedado inutilizado al intentar cruzar los montes Allahüekber.
«El desastre de Sarikamis» dejó precedente de dos puntos que habrían de repetirse, primero, que los comandantes nunca, jamás, se equivocan, o por lo menos nunca lo admiten; segundo, que en todo caso son los pueblos los traidores y los causantes de una derrota. Enver Pashá responsabilizó a los armenios de la feroz derrota que había sufrido, hizo que los que conformaban parte de su ejército fueran desarmados y fusilados, o convertidos en peones, e incluso muchísimos armenios civiles fueron encarcelados. Así comenzó a gestarse el odio étnico que desembocó en el «Genocidio Armenio», por el que luego Pashá sería juzgado.
Quebrantado por la derrota de Sarikamis, Enver Pashá se instaló en Constantinopla, en donde al recibir la noticia del ataque a los Dardanelos entregó el mando de sus tropas a von Sanders. La victoria de Galípoli significó no sólo una derrota importante para los aliados, sino un quiebre moral para el almirantazgo británico Churchil-Arbuthnot, y un reforzamiento de la moral de los otomanos quienes, en la figura de Mustafá Kemal Ataturk (que luego sería presidente de Turquía), encontraron al «padre» en quien depositar nuevamente sus ideales nacionalistas, muy independientemente del apoyo de cualquier ejército alemán. El mundo musulmán se volvía decisivo.
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