Hay dos cosas que hay que saber, primero, que el valor de la moneda de un país es el reflejo de la economía de ese país. Es decir, si la economía de un país es fuerte, su moneda será fuerte. Si su economía es estable, el valor de su moneda será estable. Segundo, la cantidad de moneda debe ser equivalente (más o menos) a la cantidad de bienes y servicios. Si de pronto se suprimen billetes, el precio de los bienes bajará. Al revés, si aumenta el circulante, el precio de los bienes subirá. Esto es cada billete debería estar respaldado.
Es este supuesto de equivalencia entre la cantidad de bienes y servicios de una economía y la cantidad de moneda emitida lo que hace posible que exista un mayor o menor grado de confianza sobre la misma. Y es también este supuesto el que hace sostenible la idea de que no necesariamente tenga que ser un desastre la emisión monetaria que no esté respaldada por oro. Ahora, la cosa se pone interesante cuando puedes comprar un bien o un servicio sin tener dinero para hacerlo, es decir cuando tomas nota de la «emisión sin respaldo», que tiene muchas y varias caras.
El gobierno puede, eventualmente, emitir moneda para cubrir tales y cuales gastos en algún momento de su gestión, y luego, suprimir esa moneda emitida. Por ejemplo, si en un determinado periodo de tiempo las recaudaciones por el IVA se reducen debido a una baja coyuntural en las ventas de los comercios, el gobierno puede emitir moneda para seguir pagando los salarios del sector de la salud pública. Luego, cuando la situación se normalice, quizá con la recaudación de impuestos a las utilidades, entonces tocaría revertir la emisión de moneda con el proceso inverso. La emisión monetaria es una herramienta, nada más.
Emisión monetaria y pago de salarios a funcionarios públicos
Recordemos que el pago de salarios a los funcionarios del sector público, por ejemplo, al encargado de hacer fotocopias del juzgado, no genera, per se, riqueza. Es decir, en lo normal, el aparato estatal no genera riqueza, pero sí tiene un costo, el cual es cubierto con los impuestos. Entonces, cuando los impuestos recaudados no alcanzan para pagar este costo y, para cubrirlo se recurre a la emisión monetaria, periodo tras periodo, gobierno tras gobierno, es que se genera una subida de precios que no suele aparecer en el «índice de precios al consumidor», pero que cualquiera siente en el bolsillo.
El déficit público tampoco es obligatoriamente dañino. Si el déficit público se traduce en inversiones en infraestructuras, como carreteras, puentes, centrales de energía renovables (eólicas, marítimas, o similares) que deriven luego en la generación de mayor riqueza por un incremento del comercio y un ahorro en los costos de producción, la cosa habrá de recuperarse con sólo mantener el nivel de impuestos a las utilidades, desde ya. Es cuando este déficit público antes que colaborar a generar riqueza presiona a generar pobreza que la economía se resiente. La típica: subir los impuestos y, al tiempo, incrementar la cantidad de ministerios públicos.
La tarjeta de crédito, ejemplo de máquina de imprimir moneda
La tarjeta de crédito puede ser un ejemplo de la maquinita de imprimir moneda. Al momento de comprar un bien, o de pagar un servicio, el banco te está adelantando dinero, el cual se constituye en una deuda para ti. Si al cierre del periodo de facturación pagas la totalidad del monto de tu compra, listo, no fue más que un adelanto. Pero, si sólo abonas el «pago mínimo», la historia implica ya un plan de pago de cuotas en el que amortizarás capital más intereses. Este ejemplo ilustra claramente la diferencia entre un «adelanto temporal» y un «endeudamiento a plazo».
Entonces, lo importante siempre será a qué se destina la deuda generada por la emisión monetaria —o a qué se destina el gasto público cuyos fondos se originan en la recaudación impositiva—. Si usamos la tarjeta de crédito para pagar el costo de la gasolina que tenemos previsto en el presupuesto, pues no pasa nada. Ahora, cuando usamos la tarjeta para retirar efectivo del cajero automático y poder pagar con ese efectivo las cuotas de otros préstamos, ahí es cuando se hace evidente que estamos gastando más de lo que ganamos y se vuelve urgente como importante revisar por qué.
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