Tú y tus amigos deciden hacer un asado, para lo cual habrá que hacer una «contribución». Aquí aparece la primera variable, de cuánto será esa contribución por persona. Se puede establecer, de común acuerdo —segunda variable—, que todos colaboren con un mismo importe, o bien, que aquel que tenga menos ingresos colabore con una cuota de menor cuantía. Una vez establecida la cuota, queda recaudar la misma y proceder a la compra de la carne y demás insumos. Eventualmente, uno de los chicos puede realizar todo el gasto y luego, ya en el lugar del encuentro proceder al prorrateo pertinente.
Hasta aquí hay ciertas cosas que son muy obvias y que justo por eso parecen no tener importancia. Veamos, la decisión es de todos, nadie se vio obligado a participar del asado. El que contribuye, entonces, lo hace porque quiere. Si alguno decide hacer las compras, o si es designado para hacerlas y lo acepta, también la cosa es voluntaria. Igual el que cede su casa para el evento (corriendo con el tema de limpiar y dejar todo en orden después), lo hace a voluntad. Es decir, se contribuye con dinero, tiempo y espacio a voluntad para cumplir un objetivo común.
Otro aspecto fundamental es que todos tienen una idea más o menos exacta de cuánto cuesta la carne, el carbón, las cervezas, y todo lo que forma parte del asado en cuestión. Entonces, nadie va a cuestionar las cifras del gasto y, en todo caso, si algún quisquilloso —a veces hay alguno— no se la cree tal o cual precio, ahí habrá la factura del súper para que vea que todo está en su lugar. Si nos detenemos en este punto veremos que el saber de precios viene de antes del evento, esto es, no se trata de comprar algo desconocido.
Ahora, cuando como contribuyente pagas impuestos, ¿sabes exactamente en qué se emplea ese dinero? Siguiendo la línea anterior, las dos preguntas básicas son: 1 ¿estás de acuerdo en qué se emplea ese dinero con el que contribuyes? 2 ¿el precio de lo que se paga con ese dinero con el que contribuyes es el precio más justo? Normalmente la gente sólo tiene una vaga idea de en qué se emplea el dinero con el que contribuye, es más, ni siquiera sabe con cuánto dinero contribuye cada mes o cada año. O sea no sabe el monto de la cuota que paga.
Volviendo al ejemplo del asado, supón que el costo total del mismo sea de USD 100,oo, y que entonces el que se haya ocupado de hacer las compras pida que se le de USD 3,oo por retribución de combustible y tiempo (3% del gasto total); de repente el grupo le aprueba, ¿no?. Ahora, ¿tú crees que se le aprobaría si pide USD 50,oo (50% del gasto total)? Yo creo que no. Pues similar, ¿cuánto de los impuestos recaudados se destinan solamente al pago de salarios de los funcionarios públicos? Esta es la primera de las cifras que cualquier «ciudadano» debe saber.
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