Ficha del libro:
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Título: Novelas robadas sin terminar
Autor: Gavrí Akhenazi
Editorial: Lulu editores
ISBN: 978-1-304-29256-8
Nro. Páginas: 183
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Novelas robadas sin terminar
por Silvio Rodríguez Carrillo
Desde el primer reglón la novela comienza a exponer la dramática situación de León Aryiasz, el difícil protagonista de esta historia, o mejor dicho, del conjunto de historias que componen esta gráfica emocional lacónica de detalles y abundante en profundidades. Una situación marcada por rojos intensos que parecieran buscar dominar el destino de León, o por lo menos, probar hasta qué punto podrá llegar la resistencia de su inasible humanidad. Y es que va de una naturaleza íntima contrapuesta a la manifestación de un entorno sobradamente hostil, en donde ningún disparo queda sin ser respondido, en donde nada nunca se olvida.
Aryiasz, único sobreviviente de una misión en la que pescó un virus que inexplicablemente no puede con él, se convierte por ello en objeto de especial atención científica, aunque poco y nada le importe hacer caso de cualquier recomendación médica -con las consecuentes dolorosas recaídas que esto implica- porque le sucede casi una entera descreencia, porque casi le gana el picaporte de la puerta la sombra del cansancio, porque las tantas muertes que ejecutó o presenció casi le pesan más que las vidas que salvó, porque no le suman como quisiera, quizás, los niños palestinos que salvó siendo él un israelí.
Lo terrible, sin embargo, se da a causa de un cóctel en donde se mezclan experiencia, actitud e inteligencia. Sus calles han sido mucho tiempo cementerios (experiencia), salir de ellos para volver a la otra calle y seguir empujando a su modo implica una beligerancia vital (actitud) en la que debe recurrir a su capacidad de resolución de conflictos (inteligencia) para poder sostener su mundo, mientras una y otra vez acepta misiones que a los de a pie dejaría sin posibilidad de alivio alguno siquiera imaginarlas. Porque ahí se mueve él, donde la moral la dicta el vivir en los límites.
Lo complicado surge con la belleza. Aryiasz mismo se proyecta, se amalgama en Jekyll y Hyde, porque así como destruye también construye. Escribe igual poemas que novelas, dispara un proyectil o una metáfora. Surge así quizás el punto más notable -para mí el mejor- de la novela: la dialéctica con la que el protagonista de bate a duelo contra sí mismo desde lo intelectivo hasta lo emocional. Se razona, se ataca, se desprecia, se explica y se muestra así mismo la salida, aunque esta no sea otra que la puerta que da con un nuevo laberinto, con una nueva misión.
En lo formal, es del tipo de escritura que no se rige por lo lineal, por lo estructurado del un peldaño lleva al otro, sino que sigue su propio impulso generando así su aliento único. El relato va y vuelve en el tiempo sin aviso, cruza continentes sin escalas, e implica a jefes y subordinados sin una regla clara pero con un verticalismo indudable. «Novelas robadas sin terminar» es una lectura durísima que demuele concepciones aprendidas de memoria y que muestra la cicatriz por dentro. Un libro que habrán de disfrutar los que gustan de examinarse sin el hábito del perdón.
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