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Título: Postales luminosas (diario somalí)
ISBN: 978-1-291-07947-0
Autor: Gavrí Akhenazi
Editorial: Lulu Enterprise, Inc.
Nro. Páginas: 98
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Postales luminosas (diario somalí)
por Silvio Rodríguez Carrillo
Justo nos estábamos conociendo, disfrutando casi cada noche de crítica literaria, improvisación de poemas, y conversas personales, cuando dijo que se iba. En un punto respondió «¿Qué parte de ‘extraño el infierno’ no se entendió?», como un animal que se despereza y tensa los músculos levemente para dejar ver su estatura. Confirmé que para intentar comprender a ese animal había que primero aprender a sentirlo desde las vivencias que dejaba ver a través de lo que escribía, a través de unas palabras que quizás cada vez le queden más lejos, pero que cada vez y siempre retornan con mejorada precisión.
Él se pregunta «¿Cómo habría sido?», y yo me pregunto y me imagino cómo habrá sido, cómo es, de qué se trata perder sangre B Rh- en un «mundo donde viven las moscas y los muertos», en qué curva asimétrica de la vida es que se forja el reflejo para volantear a tiempo para huir y que no haya a dónde; de repente, justamente, porque no hay cómo ni a dónde escapar del portentoso e inacabable idealismo de un médico; quizás porque él sabe, «porque lo sabe, que Dios no existe», y entonces sea yo, uno más que descree olvidando páramos.
Después, mucho tiempo después, nos llegó una misiva con la cual supimos que estaba vivo, y con la que yo dudé nuevamente qué es estar vivo, si cuál es verdaderamente la realidad, si acaso el último sentido de todo se tratase de expandir lo más que se pueda los límites del absurdo, de erigir lo más alto posible la bandera de la crueldad. Y tuve que darle razón, esa vez, al Dios que luego de crear al hombre no encontró que estuviese bien. «Es importante que la gente sepa», dijo. Y era una voz de vida hablando desde la muerte misma.
Recuerdo ese tiempo de «Usa for Africa – We are the world» y de «Band AID – Do they know it’s christmas», y de cuando leí que, finalmente, la ayuda humanitaria sólo cruzaba la frontera de acuerdo a las conveniencias coyunturales del momento. Pero es peor todavía, porque es retén a retén que se negocia cuánto y qué hay que dejar para que lo demás pase, y en cada retén te puede jugar en contra hasta la fisonomía, porque todo es un territorio en donde el extranjero que viene a ayudar a un humano, sin dudas también perjudica a una facción.
Dice «Quizás, porque soy un animal al fin, intento que esta cría de hombre no se muera». Y recuerdo entonces «El que salva un hombre, salva al mundo». Postales luminosas es eso mismo, un conjunto de chispazos que estallan en medio de un ámbito de oscuridad espesa en donde sólo lo emocional, sólo lo instintivo puede imponerse, por su fuerza vital, a un medio en donde lo racional pareciera se haya extinguido. Es un libro doloroso, mucho, de los que nos entrenan a valorar lo que tenemos, a juzgar sin equívocos lo que somos y a apreciar a quienes nos rodean.
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