Ficha del libro:
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Título: Hojas de sombra (prosas breves y seudopoéticas)
Autor: Gavrí Akhenazi
Editorial: Lulu editores
ISBN: 978-1-300-25576-5
Nro. Páginas: 136
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Hojas de sombra (prosas breves y seudopoéticas)
por Silvio Rodríguez Carrillo
Sé que a muchos les parecerá indecente, pero cuando leo un libro tengo la costumbre de ir marcando lo que más me gusta, a veces una frase, una puntuación que se erige en lección de cesura, y hasta diálogos enteros. Este libro para mí es como una colección de subrayados, o un conjunto de fotografías que no conforman la exposición de una idea única o de un sólo tema, pero que sí refieren a la mano del escritor, al pulso del fotógrafo cuando consigue hacer de cada una de sus capturas la extensión de lo que siente, piensa y realiza.
El autor dice que son prosas breves y pseudopoéticas, y yo creo que son más poéticas que pseudo, porque aun cuando pareciera que no es su intención recurrir a la imagen o a la metáfora, estas se instalan sin atrasos justo ahí donde son necesarias para potenciar el mensaje. Por ejemplo, en el cierre de “Correr por la vida” leemos “Pero quedarse preso en las heridas es no saber sanar”, y aquí la auto detención -que no es pausa en el sendero- significa un aspecto que en un punto es negativo y que se opone al acto de buscar la propia sanidad.
“Alguien dejó su voz para después, pero después no existe, porque no tengo tiempo para poder vivirlo” (de Igual no importa). Aquí yo me encuentro con esas ganas, con la exigencia que algunos llevan por dentro de hacer ahora, y que se suplementa en “Ellos se quejaron, alelados y transidos de espanto y por qué no de ese odio pequeñito que soportan los débiles hacia aquellos que no son iguales a su inútil estima de sí mismos;” (de Los parcantistas), cuando luego de haberse mirado a uno mismo, se mira desde adentro hacia afuera, hacia los que no son siquiera semejantes.
Leo “Por familia no hablo de parientes. Hablo de lo que está cerca de uno cuando uno está lejos” (de Escurrencia), y páginas después me encuentro con un “Sigo siendo un elefante en un bazar, ya resignado a ser un elefante y que se rompa todo mientras avanzo persiguiendo la ruta que lleva al cementerio” (de Cristalería fina), y recuerdo cuando en un texto religioso me parecía encontrar contradicciones. Pero, justamente, a cierto nivel de vivencias la geografía personal se torna tan vasta que caben en ella la necesidad de estar a solas, como el bullicio de un mensaje por correo.
Me pasaría páginas comentando construcciones como las anteriores, porque “Hojas de sombra” es una especie de calidoscopio, cargado de sentencias que van mudando de forma y disposición, pero que siempre terminan haciendo pensar en su validez y, sobre todo, en cómo fue que fueron concebidas. No deja de ser un lujo acceder a un escritor como Gavrí Akhenazi que es capaz no sólo de transmitir aquello que conoce y vive, sino que nos permite acompañar su línea de códigos, compartiendo las conclusiones a las que arriba, y sin privarse de darle a cada texto la dimensión que le otorga su voz.
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