Un cambio, y de los irreversibles, se dará si se implementa una hora reloj de artes marciales por día, para mí, preferentemente Taekwondo. Con esto, los chicos llegan a sexto de primaria como cintas negras junior, y tienen toda la secundaria para poder desarrollar fuerza y potencia. Quienes quieran podrán competir a nivel de lucha, y quienes lo prefieran podrán hacerlo sólo a nivel de formas. Estarán los que prefieran competir a nivel individual, y los que optarán por hacerlo en forma grupal. Y los que no quieran competir, pues no competirán, pero todos habrán de practicar y subir de rango.
Por un momento imagina que en el colectivo, tanto el chofer, como la tía que está sentada al lado de la ventanilla, y el cuate que va parado, son cintas negras en Taekwondo. Que vayas donde vayas, todos los chicos y chicas tienen la capacidad encajarte el empeine en el mentón en menos de un segundo ¿qué tal? Pero, la cosa no pasa necesariamente por el arquetipo de la «defensa personal», que para eso hay otras artes muchísimo mejores, como el krav magá, utilizado por las Fuerzas de Defensa y Seguridad israelíes, no. La cuestión pasa más por los beneficios colaterales.
Por ejemplo aquello de «mente sana en cuerpo sano». Una disciplina física diaria termina por exigir el acompañamiento de una dieta, esto es aritmética básica. Es decir, sin necesidad de «clases de nutrición», los niños aprenderán de sus instructores de artes marciales qué alimentos son los recomendados para un mejor rendimiento físico, y cuáles son aquellos a evitar o restringir. Y aquí un guiño de coherencia, si el instructor señala que las gaseosas son dañinas y que son preferibles los jugos de fruta, no tiene sentido que en la institución se vendan sodas o jugos llenos de conservantes y químicos similares.
El otro colateral es el sentimiento de grupo que se genera, me refiero a ese sentimiento que tienen los que, por ejemplo, conforman el equipo de fútbol de un curso, ese mismo sentimiento, pero en lugar de que lo palpite una parte del curso lo hará la totalidad del mismo, cada sección, y cada promoción, porque todos estarán en la misma sintonía en cuanto a calidad de esfuerzo, y estarán más o menos igualados en la obtención de resultados. Todo esto enmarcado en los siete principios básicos de esa disciplina marcial: cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol, espíritu indomable, amor fraternal y ciencia.
Además, llegar a la adolescencia con un estado físico óptimo, y no sólo individualmente, sino colectivamente, es una publicidad indirecta en contra de hábitos que pueden resultar extremadamente dañinos, como el consumo de tabaco y alcohol. Como ves, la cosa va por dejar a un lado esas clases semanales de «Educación Física», que no sirven para absolutamente nada, y pasar a encarar de una manera seria y objetiva el componente corporal del «futuro de la patria». Esto muy aparte de cualquier actividad deportiva, que eso pasa por otro lado. Yo hablo de lo que debiera incluirse obligatoriamente en el sistema educativo.
Ruffo Jara dice
Brillante idea!
Silvio M. Rodríguez C. dice
¡Merci, che!