Cada líder tiene sus ideales como sus obsesiones, con las cuales comulgan, naturalmente, quienes le siguen. Esto es, la convicción de un dirigente se convierte en la convicción de sus dirigidos y, por lo tanto, el fracaso en la consecución de un objetivo declarado por el líder, es el fracaso no sólo del líder, sino que, por extensión, también el fracaso de quienes lo apoyan. Así podríamos intentar entender por qué Hitler no podía dar marcha atrás respecto de su política con Leningrado primero, y con Stalingrado después: porque había puesto en juego su imagen y la de toda la Wehrmacht.
En abril de 1942, Hitler terminó de conformar la Operación Azul, que tenía como objetivo la captura de los campos petrolíferos del Cáucaso, el control total de la zona de Ucrania, y la destrucción total del frente sur del Ejército Rojo. Por su parte, Stalin, aunque estaba seguro de que se vendría una ofensiva brutal, no tenía mayor información de por dónde ocurriría la misma, así que esperó que sea por el centro de los frentes, es decir, pensó que los alemanes por fin avanzarían con dirección a Moscú. Para junio, Hitler tenía preparadas 74 divisiones listas para comenzar la campaña.
El 28 de junio comenzó la Operación Azul, con sólo el 10% del Ejército Rojo dispuesto en el sur, y en donde la topografía jugó a favor de los soviéticos. Tras una serie de retrasos por parte de la logística alemana, y con un lento entendimiento de la situación por parte del alto mando ruso, en noviembre la cuestión giraba en torno a Stalingrado. Después de durísimos enfrentamientos urbanos —para los que los alemanes no tenían ni entrenamiento ni equipamiento— finalmente el 6.º Ejército, al mando del general Paulus logró dominar a un altísimo costo sólo el 90% de la ciudad.
Para ese entonces Stalin tenía lista la Operación Urano, a cargo de sus comandantes Shúkov y Vassilievski, la cual tenía como objetivo la expulsión de los alemanes del río Volga. Un renovado y reforzado Ejército Rojo rodeó Stalingrado enfrentando y aplastando los flancos como la retaguardia, defendidos por fuerzas mayoritariamente italianas y rumanas, dando inicio al asedio de la ciudad en donde quedaron embolsados unos 300.000 mil soldados alemanes. Los generales solicitaron permiso para intentar romper el cerco ruso, pero Hitler se negó a ello, ordenando que resistan y prometiendo que la Luftwaffe les llevaría las provisiones necesarias hasta que puedan ser rescatados.
El Mariscal de campo, Erich von Manstein intentó auxiliar al 6.º Ejército con parte del Ejército Centro, pero fue rechazado por los soviéticos y terminó debilitando su formación. Para Febrero de 1943 la situación era insostenible y Hitler ascendió al General Paulus al rango de Mariscal de campo con el fin de que se suicide y no se rinda. Sin embargo, el 02 de febrero Paulus se entregó junto a sus hombres, unos 91.000 sobrevivientes, de los cuales aproximadamente 5.000 volverían a Alemania al terminar el conflicto. Se calcula que alrededor de dos millones de personas murieron en Stalingrado.
Temas relacionados a 39-45 - Segunda Guerra Mundial |
---|
39-45 - 1. Agresión |
39-45 - 2. La derrota aplastante |
39-45 - 3. El estallido |
39-45 - 4. El punto de inflexión |
39-45 - 5. Los grandes aterrizajes |
39-45 - 6. El fin de la pesadilla |
Deja una respuesta