Después de Stalingrado tanto alemanes como rusos entendieron que habría de darse un enfrentamiento definitivo. Uno y otro bando finalmente se enfrentaron en la batalla de Kursk (julio / agosto, 1943), en donde se reunió el mayor poder de fuego de toda la guerra, y que terminó resolviéndose a favor del Ejército Rojo. Una vez más Hitler fue víctima de retrasos para fijar la fecha de su ofensiva, regalándole tiempo a Stalin, que preparó un sistema de defensa primero, y de contraofensiva después. Tras la derrota, los alemanes ya no tuvieron capacidad de recuperarse de tantas bajas ni de tanto armamento perdido.
Con la Operación Bagratión, la Stavka soviética, a través de disposiciones tácticas en el terreno, logró engañar al OHK alemán convenciéndolo de que atacaría a su Grupo de Ejércitos Sur, cuando en realidad toda la ofensiva rusa se dispuso para expulsar al Grupo de Ejércitos Centro alemán de Bielorrusia. Con más de 2 millones de soldados en 200 divisiones, contra 34 divisiones alemanas, el Ejército rojo realizó un avance contundente, marchando hasta las afueras de Varsovia. El Grupo de Ejércitos Sur y Norte, sorprendidos y bajo la amenaza de quedar cercados, no tuvieron otra opción que hacer retroceder sus posiciones.
Del otro lado, Patton, al mando del ficticio I Grupo de Ejército de Estados Unidos convenció al OKW de un gran desembarco occidental independiente de la campaña de Normandía, por lo que un fuerte contingente alemán permaneció custodiando el norte del Sena y el paso de Calais. Así las cosas, considerando todo el poderío de la Wehrmacht, sólo un 25% de la misma se encontraba en posición para ofrecerle resistencia a los Aliados en el desembarco de Normandía como en la invasión a Italia. Entonces comenzó a hacerse evidente que la amplitud del Frente oriental definiría el resultado de la guerra.
Hitler no esperaba que Berlín fuera el objetivo de los soviéticos, sino que los mismos continúen su ofensiva por el sur de Praga. Mas, ya con la ciudad rodeada, hizo un llamamiento a los civiles, incluyendo a ancianos y adolescentes para alistarse en la Volkssturm, mientras que los soviéticos se disponían a utilizar la experiencia adquirida en Stalingrado. La toma de Berlín fue casa por casa, y la resistencia fue feroz, sobre todo por parte de los SS Norland. El resultado fue de 360 mil bajas para los soviéticos y de 450 mil para los alemanes, incluyendo el suicidio del Führer.
La final gran diferencia fue determinada por la conclusión del Proyecto Manhattan, que empleó a unas 130 mil personas, con un costo aproximado de 20 mil millones de dólares (a precios de hoy) y que derivó en la fabricación de las bombas Little Boy, lanzada en Hiroshima, y Fat Man, lanzada en Nagasaki. Ni los alemanes, con el Proyecto Uranio, ni los soviéticos, con la Operación Borodino, lograron avances serios en sus investigaciones nucleares debido a la dificultad que tenían para conseguir Uranio. A los americanos, sin embargo, les tomó menos de dos años y medio desarrollar su primera bomba atómica.
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