Como te había explicado en otra entrada el valor de la moneda de un país es sólo el reflejo de la economía de ese país. Es decir si la economía del país A es débil comparada a la economía del país B, la moneda del país A será débil en comparación con la moneda del país B.
Pongamos un ejemplo, si en Enero de 2018 en Argentina el dólar americano estaba a 19,635 ARS significa que para comprar 1 USD necesitábamos 19,635 pesos argentinos. Si a Agosto de 2018 necesitamos 29,861 ARS para comprar el mismo 1 USD, es decir 10,226 ARS más, tenemos una diferencia del orden del 52,02%.
Volviendo al primer párrafo, sería como que en 7 meses la economía de USA, en relación a la economía de Argentina, hubiese mejorado un 52%, o que la economía de Argentina hubiese empeorado, en relación a la de USA, ese 52%.
Por supuesto, todo es posible, pero un crecimiento o un empeoramiento del 52% y sin conflictos bélicos de por medio es muy, pero que muy difícil. Con esto queda claro que el precio de una moneda puede no corresponderse con la realidad durante un tiempo, pero que cuando las distorsiones son muy grandes la fuga de divisas hace inevitable un sinceramiento cambiario. Cuando este sinceramiento se realiza simplemente se está poniendo al día cuál es la relación entre una economía y otra.
En este orden de cosas, cambiar la cantidad de ceros de los billetes tampoco habrá de modificar la realidad. O sea, pasar de Bolívar a Bolívar Soberano no implica cambiar el modelo económico. La economía, aunque yo personalmente no estoy muy de acuerdo, se mide principalmente por el PIB, y el PIB ni sube ni baja ni se estabiliza por la cantidad de ceros que tengan los billetes. Menos todavía por los dibujos que vayan impresos en ellos.
Si de una tierra en donde no hay nada en Enero, en Junio se está cosechando el cultivo que sea, en Septiembre se está exportando ese cultivo, y en Noviembre se están recibiendo divisas del exterior como resultado de esa exportación, eso sí hace que varíe el PIB, e insisto, sea cual sea el diseño que tengan los billetes y tengan los ceros que tengan. Pero exportar crudo a Rusia a cambio de trigo es un modelo que sólo estando en el ministerio de economía podrá saberse si cuaja o no para Venezuela; para Rusia, estoy seguro que sí.
Por otra parte, y aquí lo grave, indexar, anclar, pegar el valor nominal de un billete al valor de tal o cual otra cosa, es volver a caer en una fijación de precios y eso es lo que genera a la larga una distorsión. Ante las distorsiones, no lo digo yo, sino el sentido común y siglos de experiencia, ante cualquier fijación de precios absurda es que aparecen los mercados negros.
La realidad es que el 95% de las exportaciones de Venezuela están atornilladas al petróleo, y el petróleo sigue anexado al dólar a nivel mundial, esto es lo cierto. ¿Qué haría la mitad de la población venezolana con yuanes o con rublos en los bolsillos, o con diez o quince barriles de petróleo en el patio de su casa? Entonces, el final de la guerra económica comenzaría por reconvertir el modelo tan, pero tan dependiente del petróleo, y no con un cambio de denominación de la moneda soberana, me parece a mí.
Curiosamente, Venezuela tiene una balanza comercial positiva año tras año, siempre exporta más de lo que importa. Sin embargo, y aquí vaya un dato que quizá sirva para extrapolar lo complejo de entender cierta realidad, con casi 32 millones de habitantes, Venezuela tiene un índice de 57,15 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que España, con una población de 46,6 millones de habitantes, tiene un índice de 0,66 de homicidios por cada 100.000 mil habitantes.
¿Es decir, está la cosa como para ir a turistear a Venezuela o a España? Con esto quiero marcar que con publicidad televisiva nomás, por ejemplo, no se consigue hacer que un país sea potable turísticamente considerando detalles así, cuando Venezuela tiene —o por lo menos lo tenía— todo para enfocarse en el turismo como una fuente segura de ingresos.
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