De repente quedaron para el final las dos ideas con las que habría que iniciar, o con las que habría que insistir un poco más el discurso: a) tener los objetivos claros y b) la cosa va a largo plazo.
Desde ya que ningún fanatismo es bueno, y que por supuesto, la idea de flexibilización es la recomendable. Pero, lo que permite que uno sea flexible es tener el o los objetivos claramente definidos como también los plazos en los cuales se pretende que ese o esos objetivos sean logrados.
Desde el horario de hacer las tareas y/o jugar con la consola, hasta el de la cena y/o la dieta misma, implica un ida y vuelta entre padres e hijos.
Y en un aparte, como cada niño también es un mundo diferente, no deja de ser cierto que con cada uno de ellos uno termina aprendiendo.
Deja una respuesta