Llega a mi boca, premeditada
Se desliza por mi garganta, húmeda.
Sin pudor me recorre el cuerpo
Con sapiencia de serpiente.
Sé que mastica mi cansancio
Como el tabaco una anciana,
Allá en Alabama, hace cien años
Cuando criaba negritos.
Nubla mi razón, según parece
Y el trato tácito es matarla
Entre nosotros dos, sin culpables
Y pasar a ser sospechosos.
Es un candombe en el corazón,
Es alma de puta, cuerpo de diosa.
Mi ser entero como una postergación,
Un hálito de definición que no llega.
No entiendo, mi bien, de comas
De esas señales en el papel,
Mas tengo una copa diamantina
Donde guardo un beso infinito.
Me divierto en soledad
Alterando el orden de tu escuelita
Donde cantabas el himno
Y cotidianamente te mentías.
Por eso es este odio liviano, amor
Porque la carne de mis labios sufren
Tanto, que mis ojos son el funeral
De un general muerto en su batalla.
Si uno es de donde viene,
De dónde soy?
El acontecimiento de tu nacer
Se registró en papel, eso importa.
Voy a apagar un rato las estrellas,
Te regalaré la oscuridad, así
No tendrás que mirarme
Así, podrás verme.
Si no quieres, y no deseas
Tampoco importa, basta lo mío,
Donde no hay himnos, señales
Realidades flacas de emoción.
No creo en tu distancia,
No me miento con tu presencia,
Estoy al otro lado de las afirmaciones
No soy, todavía, lo que seré.
En un reglón juego a los tiempos,
Señal de mi poder, que necesitás,
Para afirmar un poco más tu inseguridad,
Ese temor de nena asustada en la lluvia.
Así se busca la protección del macho,
Y así quedás definida, como en la escuela,
Con una lista y tu nombre dentro de ella
Y más tarde, quizá, en una comisaría.
Por supuesto, no se trata de vos,
De tu inexistencia puntual,
Soy yo, el ser de sed quien lamenta
Su condición insaciable.
Andrea
01/08/00
00:24 Hs.
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