- Editorial: Silvio M. Rodríguez C.
- Editor: Dualidad 101 217
- Edición: Primera edición
- Disponible en: Papel - Digital
- ISBN: 987-1022-84-0
No se encontrará en este libro el dulce simplismo de la descripción de algún par de sentimientos, no. Este libro parte de la desestimación de lo fácil, y con consciente sinceridad enfrenta al posible absurdo de la vida aceptándolo, para así poder intentar vencerlo.
El protagonista de este libro, Andrea, expone su renuncia a lo burdo, criticando, a veces con sencillez irónica, a veces con un pulido desprecio, toda conducta y norma urbana que a su criterio carece de sentido. Idealista a mansalva, señala la distancia entre lo que imagina como posible y el dictamen social de que lo que busca no podrá llegar a ser alcanzado. En este panorama, dolor y decepción no son novedad, y el manejarlos es su habilidad.
Partiendo de lo cotidiano Andrea establece un duro juicio respecto de sí mismo, como de lo que le rodea, y desde ahí va a por más.
El libro se divide en cinco secciones, «Maitines«, «Laudes«, «Guerra«, «La quinta estación» y «Piedras y arquitectos» (no hay casualidad en el número), en las cuales el autor va alternando entre hablar de sí, cuando es al lector a quien se refiere, o hablándole al lector cuando es consigo mismo con quien dialoga.
A veces, es cierto, llego a mentirte un poco.
Pienso y me detengo, lo recapacito, y lo deploro.
Sonrío, y miro de lejos, hundiendo mi mentón en mi pecho.
Las manos en los bolsillos, de costado.
Al menos sé, que mis pasos no son en vano,
porque los perros me siguen, sin ladrarme mucho
y bajo la luna y en medio del frío intenso
se arranca una frase que no llega a definirnos.
Entonces siempre será lo oscuro
ahí donde las siluetas se adivinan y se perciben,
antes que definirse será intuirse
y los labios serán los que más sepan.
Te confesaré, la he pasado en soledad,
y me dirás que no te fue tan mal,
pero entre miradas lejanas, algo turbias/tímidas,
sabremos que fue al revés.
Y entonces sabrás, y podré sentir
que una pausa en la carrera,
que una muerte en un beso
no es más que tu delicia en mi memoria.
Sabré que podré al fin verte y tenerte
sin que exista así el tiempo y sus cosas,
listas de esperas y exámenes finales
y una música que no llega.
Morder de soslayo manzanas verdes
chorrear la sonrisa esquiva de pronombres,
porque así lo exige la ceremonia
esa en la que los teclados dibujan el vestido.
Gasa y algodón, el encaje y el hilo
así la muerte de boca en boca,
mientras la pregunta flota en el aire
«qué pasaría si soy real?»
Andrea.