Si me sigues a través de mis publicaciones en el blog o a través de mis redes, sabes muy bien que periódicamente comento libros de diversos autores, incluso tengo un libro, «El desafío de la tinta», en donde incluyo una buena cantidad de títulos, a manera de recomendación y también como una muestra de análisis y comentario de texto.
Es por esto que frecuentemente me escriben pidiéndome o recomendándome que lea tal o cual libro, de tal o cual autor, petición y/o recomendación a las que normalmente suelo declinar por una serie de razones que ahora te dejo saber:
1. Mis lecturas están programadas y siguen un propósito: Lo que leo debe servirme para mantener mi nivel literario, para estar al día respecto del mundo editorial y para seguir construyendo mis conocimientos generales. Es decir, leer es parte de mi trabajo, por lo que tengo una selección de lecturas de por lo menos 18 meses de antelación que muy rara vez se altera.
Entonces, si tengo programado leer a Aristófanes (literatura), a Santiago Posteguillo (novela histórica), Tim Harford (economía) y Eduardo H. Grecco (psicología), es porque estoy siguiendo una agenda que tiene una finalidad definida. Es decir, no se trata de leer al azar, sino de elegir cuidadosamente cada libro y cada autor para que al final de cada lectura se pueda evidenciar un crecimiento.
Así, no suelo leer un libro que no tengo programado porque, justamente, no suele estar en la línea de los resultados que tengo establecidos conseguir.
2. Tiempo, el activo más preciado: leer lleva tiempo, un tiempo que lo tengo dedicado a un sinfín de ocupaciones (elaborar contenido, corregir, editar, etc.). Entonces, aquí la pregunta es, ¿por qué yo dejaría de hacer alguna tarea para leer el libro que me sugieren que lea? O sea, en términos laborales ni siquiera es considerable. No se puede dejar de trabajar por leer un libro, a menos, claro, que te paguen por hacerlo. Eso ya tiene todo el sentido del mundo 😉
3. Tiempo libre: Con tres hijos y tres empresas, créeme, en mi tiempo libre, que no es mucho, no me resulta atractiva la idea de invertirlo en leer. De hecho, salir a pasear con mis hijos y cocinar para ellos suele ser mi mejor manera de «vivir» mi tiempo libre.
4. ¿Y si en lugar de leerte, nos leemos? Esta es la opción que alguna vez le ofrecí a un autor y que finamente rechazó.
Le dije, tú me das un libro tuyo y yo lo leo; y yo te doy un libro mío y tú lo lees. Tú escribes un comentario sobre mi libro y sobre la base de lo involucrado que te lea en ese comentario, yo escribiré un comentario sobre el tuyo. Si tú escribes acerca de mi trabajo: «es un gran libro», yo escribiré acerca del tuyo: «es un libro estupendo». Si tú escribes 200 palabras, yo escribiré 200 palabras. De esta manera, los dos, como escritores, nos apoyaremos.
Le dejé el enlace de cómo son mis comentarios: lecturas.
5. ¿Quieres una lectura y comentario profesional?: Ahora, si acaso te interesa que tu libro sea leído a otro nivel y que cuente con la opinión de un experto, este enlace te interesa.
Un abrazo.
Deja una respuesta