Una plegaria, o dos, a gritos sordos en su desesperanza
por los miserables derechos de quienes lloran equivocadamente;
juguetes frágiles en manos de quien ha decidido estar
luego de la muy consciente elección, se pueda o no aceptar.
Los faroles te harán compañía, cuando en ella pienses
y bajo la lluvia, cubierto por el marco de una antigua casa
encenderás el cigarrillo que te dará abrigo y alivio
la justa compañía para el que sabe querer, pero a solas.
Se cierne la noche sobre los asilos y sobre los palacios de gobierno
el dios de los cristianos se ha marchado, como el de los hebreos
el pueblo rebelde busca un culpable, busca todos los que puede
y aunque sabe que suya es la culpa no lo dice, no lo admite
e incluso la asquerosa inutilidad de ciertos sacerdotes calla, ya siempre.
Intentó la carta, procuró el poema, a pesar de los estigmas
de la primaria, del liceo, de los primeros choques de cuchillos.
Y en cada palabra insulsa ponía todo de su insulso corazón
pero como creía, triunfaba, y como triunfaba, también perdía.
Inventaron las cifras, las proclamaron como si fuesen semillas
ni siquiera del polvo, que ya fue tangible en un lejano tiempo
sino que tomaron del mismo aire una meta también inasible
y pusieron sus firmas, y en ellas, el propio futuro, y parte del ajeno.
No entendió que ella no entendería, ignoraba que ella sabía
y él hablaba, y ella, escuchando, miraba con el corazón a otro lado
y así, una necesidad, encubierta, se convertía en ponzoña no letal
capaz de truncar, pero no de matar, en tanto del tiempo dependiera.
Nadie es libre, digo, “Dios es presión”, me repito
mientras miro las cuevas ahora vacías, antes pobladas
y me voy apartando, estando entre todos, rodeado
como un hombre que pretende serlo entre los otros.
Y pasa el tiempo, aunque ya no lo recibes en tu casa
ya no te cabe en la memoria otra historia que la misma
endulzada cada día a fuerza de ir olvidando lo amargo
y en tu locura nueva, sientes, mintiéndote, que fue bueno.
Sin embargo, en realidad, no importa, el escriba labora
“Todo esto también pasará”, pero el escriba lo anotará
y por la misma sentencia, que pudiera ser la única
en el futuro del hoy, y como hoy, en público, ciertas rodillas
lo sé, se doblarán.
Andrea
05.02.02
21:41
Del libro Agua
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