Día 49 – Días migratorios
Me cuesta un poco adaptarme a músicas nuevas. No sé, quizás sea cierta la sentencia de que soy lo más estructurado que hay, y aparte mis 22 mil manías irrevocables. O bien, y esto es más probable, las músicas que me gustan y tengo apartadas son realmente tan buenas que entonces se vuelve difícil prestar el oído y el tiempo a otras nuevas. El drama de la rutina versus creatividad, pareciera. Pero ahí es donde me abro solo, más allá de cualquier esquema previsible, porque en el ring es donde uno puede inventar no el golpe, sino la precisión del momento.
Todos los días siempre con lo mismo,
la apertura precisa del mercado,
las llamadas fallidas, las certeras,
con el riesgo mordiéndome los dedos.
Todas las noches siempre con lo mismo,
el monitor en blanco y desafiante
frente a mis ojos negros y sin patria
buscando en la estructura la hendidura.
Pero ahora también todas tus fotos
y tus mensajes breves y tu voz
mostrándome de golpe mis cadenas.
Ahora que no puedo desandar
lo que ya caminé desde tu piel
aterida de besos sin nacer.
02.06.14

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