El mar era emoción y yo era el mar.
Pero hoy se han escondido los pájaros
con sus calendarios de sorpresas.
Quemo mi piel con cerillas
para que me encuentres espabilada
en el único minuto que merezca la pena.
Soy más yo cuando estoy sola,
la mitad del tiempo
vivo una mentira.
Nada puedo ofrecer ni recibir
porque el alma ha vuelto a su jaula
y se ha bajado del mundo.
Me quedo en el recibidor
sin lágrimas
esperando a los pájaros.
Una vez fui el mar
y ahora soy sólo una marina colgada en la pared.
VIII
Hay un tiempo para el duelo,
un tiempo donde nuestros ojos
hieren indefectiblemente como dagas.
Porque duelen las cicatrices
y duele el aire que alimenta el fracaso.
Yo ya no soy más que un cuchillo sin filo.
IX
Me he traído del campo tres pájaros mágicos
en la maleta de la memoria,
pero en el tiempo que llevo en la ciudad
ya he tenido que enterrar al primero.
No importa, lo daba por perdido.
El segundo revolotea en un campo de minas
como quien juega a la ruleta rusa,
insultando al futuro.
Y al tercero lo tengo acorazado
entre pecho y espalda,
a prueba de desastres nucleares
porque tiene que durar indefinidamente.
Claro que queda una ventana,
pero la cierro a cal y canto.
XIII
La violencia no se piensa,
sucede.
Y no es suficiente la vida
para olvidarla.
XVI
El amor tiene la maldita habilidad
de abrir todos nuestros candados,
y el corazón se escapa
como un pájaro sin memoria,
buscando nuevos nidos,
mintiéndose sobre sus heridas.
Y digo amor y nadie viene
y digo olvido y todo ocurre.
XXIV
Se me ha varado la barca
en una isla pequeña.
Tan sola estoy
tanto
que si muero
nadie repatriará el cadáver.
Ni siquiera tengo una botella
para meter mi última carta.
XXVI
Tenemos los seres humanos
algo de autodestructivos,
y cuanto más clara vemos la salida
más aceleramos hacia el fondo del pozo.
Porque bendito el que no sufra
y no necesite aliviarse con venenos.
Yo ya tengo las fuerzas calibradas
para aguantar sólo las siguientes 24 horas.
Que le den aire al pasado y al futuro.
Vivo al día.
XXXV
Mi pozo tiene un muelle lento en el fondo
que me impulsa hacia arriba
al tercer rebote.
Pero le falla la propulsión.
A veces me lanza
demasiado cerca del agujero y
r
e
c
a
i
g
o
en base a la fuerza centrífuga.
Mi vida es un ascensor
donde conozco el fondo,
y desconozco la altura del edificio.
XXXIX
Siempre me dijeron más
los silencios que las palabras,
porque lo que se dice puede ser mentira
igual que lo que se escribe.
Lo que nunca miente
es lo que se calla, aunque se pudra.
XLII
Yo no sé planear.
Mis alas no son de pájaro, son de gallina.
Las utilizo para agrandar el salto
que me libera de las heces que piso,
siempre hacia adelante.
Hubo un tiempo en que sabía volar
y hacía piruetas con el viento.
Pero no vi el muro
y se me desangraron las ganas.
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