No se puede combatir contra un enemigo que no se conoce, no eficientemente. En esta línea, para cambiar una forma de pensar, que es el resultado de un sistema de creencias, es necesario examinar en qué se fundamente ese sistema de creencias. Por ejemplo, si para un chií un suní es inaceptable, primero debe examinar por qué y cómo se da esta situación (y viceversa). Para que un musulmán saudí cambie su manera de concebir el mundo occidental, tiene que comprender cómo se origina su sistema de creencias. Es decir, es difícil —cuando no imposible— cambiar lo que sentimos por imposición.
Hay que poner una cuota de esfuerzo en conocer, entender y comprender el propio sistema de creencias. Sin esto es que la cosa se vuelve un tanto utópica, y es como decirle al fanático del club rojo que se vuelva fanático del club azul; eso no cuaja. Para liberarnos de una idea negativa, para realizar de principio a fin un proceso de duelo, por ejemplo, debemos entender que hay una relación que ha finalizado, y desde ahí comenzar un nuevo enfoque, sólo desde ahí es posible imponerse un nuevo esquema de acción y de pensamiento, no antes de confrontar la realidad.
Pero, si somos puntuales y por equis circunstancias tenemos que convivir con una persona impuntual generándonos esto una continua tensión negativa ¿cómo cambiar esto, si no depende de nosotros? Hay gente que pareciera no poder cambiar, y no tiene caso ni siquiera intentar que lo haga. Sí se deben establecer las condiciones para que el comportamiento ajeno no afecte nuestro rendimiento, pero si ya sabemos cómo son los dálmatas, no podemos pretender tener dos de ellos y un jardín sin pozos. Ahora, si tu puntualidad depende de una persona impuntual lo claro es tu dependencia y que debes enfocarte en independizarte.
Por supuesto, «dar vuelta la posición» no suele ser cosa que se da de un momento a otro. La comprensión del propio sistema de creencias, y el cambio en el mismo implica no sólo esfuerzo, sino constancia en la aplicación de ese esfuerzo. Hay una diferencia entre entregar la vida y entregar la manera de vivir, por graficarlo de algún modo. Paradójicamente, si este esfuerzo en conocer y dominar el propio sistema de creencias implica alejarse de los demás, el resultado habrá de ser una vuelta hacia los demás de una manera mucho más positiva y generosa, es una mecánica sencilla.
Lo bueno de los cambios a positivo es que sus efectos se manifiestan sin demora, y que todo el alrededor resulta implicado. Mientras más radical es la actitud de cambio, más imponente es la consecuencia. Dado el primer paso se va volviendo obvio que la abundancia tiene que ver con el desprendimiento, con soltar y liberar, porque, ¿cómo, por ejemplo, se puede avanzar hacia adelante si estamos anclados en lo pretérito? ¿Y cómo se podría cosechar eso que no se siembra? Ejercer el libre albedrío para optar por una actitud generosa no cansa cuando entendemos que somos los beneficiarios de ello.
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