Cuando estudiamos historia a nivel de escuela, o a nivel de secundaria, al momento de repasar algunas guerras lo que hacemos es aprender algunos datos que dicen que los del equipo A se fueron a las manos contra el equipo B. Por supuesto, uno de los dos equipos es «el agresor» y el otro «el agredido». Con este simplismo nos distraen de toda la maquinaria económica que hubo —y que hay— detrás de cualquier conflicto bélico. Hay una parte que no se cuenta en las historias, y es ahí en donde hay que aprender a enfocarse, «dime de qué presumes y…»
Lo tristemente alegre es lo siguiente: la veracidad de la frase «Dios los cría y ellos se juntan». Verás, así como los hinchas de un club de fútbol se juntan para ir a la cancha, o para ver el partido de ese club por televisión, así mismo, por afinidad ideológica, emocional, intelectual, los chicos de la cúpula van armando sus esquemas y diagramas a nivel barrio, ciudad, departamento, país, continente y mundo. Siempre son las mismas familias las que, primeramente, se ocupan de que el grueso de la población permanezca ignorante, bombardeada si no por pólvora, por información inútil o errada.
Pero, la cuestión no pasa por señalar que por mucho tiempo un grupo de gente se ha venido beneficiando una y otra vez, generación tras generación, de la masa ignorante, sino por marcar dos aspectos inherentes a esta realidad: primero, la cuota de esfuerzo que siempre han realizado los que tienen el poder para seguir teniéndolo, y el poco esfuerzo que han realizado los que no lo tienen para poder alcanzarlo, o para dejar de ser manipulados. Es decir, puede que nazcas en la casa blanca, pero para mantenerte ahí, en la cima, no será suficiente mirar televisión comiendo pipocas.
Segundo, la tendencia que tiene el común de la gente a proyectar, a cargarle a los demás la responsabilidad de lo que le ocurre. Esto es, desde el momento en el que uno sabe leer, debe asumir la responsabilidad de qué lee. Es cierto, existe un bombardeo de información adulterada, o sesgada, como también información oculta. Pero no deja de ser cierto que es responsabilidad de cada cual actuar de acuerdo a lo que percibe, conformarse con la coyuntura en la que ha nacido, o ir a por más. Una vez el texto está impreso, el lector es el último intérprete.
Si nos detenemos a pensar un minuto —un largo y provechoso minuto— nos vamos a dar cuenta de que, en esencia, nos han vendido, y nosotros hemos pagado felices, más drama que comedia. Nos han entrenado a pensar de que todo tiene que ser difícil, y de que ciertas cosas son imposibles. Pagamos por sistemas educativos que promueven el odio y la ignorancia, antes que la inclusión y la sabiduría. Esto es, un chico de secundaria puede saber cuánto cuesta un kilo de carne, pero no sabe cuánta gente puede comer de una sola vaca, ni cuánto «cuesta» la dichosa vaca.
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Marta Roussel Perla dice
Creo que gran parte de la problemática es la constante dualidad que se establece en cualquier oposición -ya sea como motor de progreso o losa para el estancamiento- solemos entender la realidad en términos binarios: sujeto/objeto, agresor/agredido, ricos/pobres, y un largo etcétera. Esto no es casualidad y ocurre así porque es una herramienta inestimable que nos ayuda a comprender la realidad arrojando, en muchas ocasiones luz suficiente para que podamos ver algo. Sin embargo, al mismo tiempo, corremos el peligro de analizar lo que ocurre desde una perspectiva simplista que no podrá dar cuenta de un mundo que es complicado y que además no es lógico (para empezar, hay azar). Ahora bien, si quiero una postura no distorsionada de l que puede ser la realidad, acudo a la ciencia y a sus teorías provisionales porque se fundamentan en las pruebas y la falsacion y porque las predicciones funcionan. Desgraciadamente las ciencias sociales, que funcionan a través de la estadística también pueden ser empleadas para arrojar datos tendenciosos, por no decir que, aunque las ciencias más exactas como la biología, fundamentada en datos, sean explicadas, pueden malentenderse, por ejemplo: mucha gente piensa que venimos del mono cuando lo que ocurre es que tenemos antepasados comunes con los monos actuales, es una distinción que cambia todo el sistema por completo y es importante conocer la teoría tal cual es. No obstante, mucha gente no quiere conocer, quiere tener razón. Y esa gente no entiende que perder una discusión debería ser algo tan bueno como ganarla: uno deshecha lo útil y toma lo que sí es de provecho.
Por otro lado es difícil en el mundo de hoy acceder a unas herramientas que nos permitan filtrar la información y además, ¿manipulan a los que no piensan como yo? Parece una postura peligrosa cuando, nos guste o no, todos estamos adoctrinados. Supongo que apra eso vale estudiar: para descubrir cuán poco sabemos y ser conscientes de que siempre hay que contrastar la información.
¡Un abrazote! ^_^
Silvio M. Rodríguez C. dice
El maniqueísmo, en el fondo, no sirve. Falla a largo plazo y, las escuelas, cualquiera, a un nivel mayor de profundidad dejan de lado cualquier polaridad. El yin y el yang encuentran su «vía» a través del Tao (que no es el Tao, sí), Pingala e Ida, encuentran su vía por Shushumna, y en la Cabala, el árbol de la vida implica a la Misericordia por un lado y, opuestamente, a la Severidad, ambos, resueltos por la Indulgencia.
No sólo es cierto lo que decís, sino que también hay gente que se esfuerza para conocer ciertas cosas para, luego, ser reconocida por estos conocimientos que adquirió, y no para transmitir esto que conoce, o para cambiar para mejor esta o aquella realidad. Un conocimiento vano, absurdo.
La única herramienta de filtro de hoy día es la que ha existido siempre, el criterio propio. Tenemos un montón de facilidades que antes no teníamos. Pero, al igual que antes, lo cierto es que somos perezosos y, en lo normal, antes que idear un sistema de pensamiento propio, preferimos tomar uno ajeno y listo el pollo.
¡Un abrazo, mi estimado!