Leído en un diario
(Siete catedrales y una ermita)
Hoy caí por y junto a la lluvia temprana
hasta esa densidad llena de huecos húmedos
apretando con suave y grave sordidez
los ámbitos del pecho que esta noche te ignoran.
Sucedí desganado en la potencia ruda
de mis gestos precisos marcando altos y bajos
manteniendo un promedio de éxitos sin testigos
detrás de las persianas donde palpita el oro.
Sudé por mis adentros el rojo de la tarde
muerta sobre la ruta que nunca nos dijimos
—esa vez de las trampas que tejimos silentes—,
y de nuevo logré llegar a este final
repitiendo su furia en mis manos que graves
reclaman como aceptan un pesar indecible.
«Leído en un diario» es uno de los más de doscientos poemas que componen este libro.
Si el soneto es una composición poética que tiene su dificultad y que siempre se toma como modelo de armonía y perfección, para Silvio no tiene límites: juega con él, inventando diferentes enfoques, sin salirse de los cauces lógicos, creando nuevas estructuras y diferentes ritmos, así encontramos: sonetos en endecasílabos, en alejandrinos, en tridecasílabos ternarios, en endecasílabos dactílicos o de gaita gallega y también sonetos polimétricos, en los que combina metros de un mismo ritmo como alejandrinos, heptasílabos o endecasílabos. A esta variedad métrica se agrega el capricho de la rima: asonante, consonante o bien ausente, como en el caso de la utilización de los versos blancos.
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