1. ¿Quién es Daniel Adrián Leone? ¿Cómo te presentarías?
“Soy una ocurrencia con patas”, esa sería mi mejor presentación. Soy curioso por naturaleza, lo cual me define tanto como persona como escritor. Me fascina la vida, en cada detalle, incluso los más insignificantes. Lo cual no implica que me guste todo, sino más bien, que aún en mis épocas más terribles siempre aparece algo que me descubre, recuperándome del extravío en el automatismo de la realidad impuesta, o en esa estructura de máquina de ese sentimiento que llamamos tristeza hacia otra dimensión lúdica, atractiva, nutritiva. Básicamente soy un tipo cualquiera que por algún motivo, vive instantes sublimes al doblar cualquier esquina.
2. ¿Cómo fue que has llegado al impulso de escribir, y a concretar el acto de escribir?
Soy un tipo de contradicciones, de dispersiones entre diferentes tendencias que se expresan a un mismo tiempo, por lo que soy extremadamente racional y extremadamente impulsivo al mismo tiempo, por lo que cuando me llega un impulso ya lo estoy concretando. Una tendencia dice “Ey, mirá que interesante si hacemos esto” y al lado, o poco más allá, como si la primera estuviera en la sala y la otra en la cocina, hay otra tendencia haciéndolo, tal vez, incluso riendo como quien hace una formidable travesura, gozando por anticipado la sorpresa que causará su “acto”.
3. ¿Qué significa para ti el escribir?
Escribir es para mí exactamente lo mismo que vivir. Para mí ésta pregunta es lo mismo que si te preguntaran “qué significa para vos, amar, respirar, imaginar, desear”. Solo habría que aclarar, tal vez, que la escritura no se limita al trazo de tinta. Cada vez que uno marca o se ofrece como textura para que una marca aparezca, al solo fin de que algún otro pueda leerse ahí como uno y otro al mismo tiempo, ahí hay escritura.
4. ¿Podrías afirmar que el escritor nace, se hace, o que hay una mezcla de ambas cosas?
Uno comienza siendo escritura de esos poetas psíquicos llamados sueños. Luego, que uno se sueñe a sí mismo, se forje un relato que luego nos forjará un “yo” ya es un proceso de escritura, en toda regla. Por lo que, el hecho concreto de “ser escritor” es, como yo lo veo, un acto de vida. Toda persona es un escritor y un escrito y unos papeles en blanco pidiendo ser escrito (sino el amor no existiría). Uno de los conflictos del automatismo que impone el “tempo” de Internet, es justamente eso, el borroneo temporal que nos impide ser una ficción de uno mismo, que nos condiciona en la actividad lúdica de reinventarnos.
Dicho lo cual, el hecho de “ser escritor” en el sentido cotidiano es un mero accidente. Calculo que todos en algún momento cuando precisamos evocar algún otro que nos ampare, que nos desaliene, que nos brinde alguna perspectiva, ahí, algunos comenzamos a escribir (otros van a otros tipos de arte o al deporte, etc.) Luego, no estoy diciendo que un escritor para ser escritor en toda regla pueda montarse exclusivamente a esa validación “Sui”. Seguramente va a necesitar una formación, va a tener que materializar y llevar adelante esa “escritura previa”, pero, lo mismo sucede con un zapatero o con un cirujano o con un trotamundos. Todo lo que uno es en potencia precisa ser desarrollado.
5. ¿Cómo te has formado en el mundo de la escritura?
Comencé a escribir desde muy muy pequeño (a los ocho años aproximadamente) y no tuve ningún maestro específico que alentara, más bien tuve lo contrario, desde diferentes lugares y con diferentes intenciones supongo, la advertencia contra la escritura. Sí tuve referencias para la lectura. Tres referencias muy singulares: la biblioteca casi santuario en casa de mis padres donde yacían enormes enciclopedias que “no se debían tocar”. Mi tía Coca (mi hada madrina) que a los seis comenzó a regalarme libros y (algún dinerillo filtrado entre sus páginas), con un criterio para nada tradicional pues me traía libros de divulgación científica, de filosofía, los clásicos rusos (básicamente lo que ella iba leyendo) y una expresión de un tipo muy siniestro, vecino, del cual escuché por primera vez la frase “mataburros” refiriéndose a un diccionario (lo cual me llevó a leer durante las siestas y las noches, todo diccionario enciclopédico y enciclopedias que encontraba a mi paso, no solo porque no quería “ser un burro” sino porque me parecía insoportablemente triste despertar semejante desprecio en otro).
Lo primero que escribí fue una novela intermedia entre “Los tres mosqueteros” y “Veinte años después” básicamente porque no podía soportar la angustia de no saber nada de esos amigos y sobre todo por no soportar la idea de que esos amigos durante todo ese tiempo no tuvieran relación. Esa angustia fue lo que me movió a preguntarme por los personajes, por sus vidas. Prácticamente sin saberlo, fue la consolidación de mi interés por la psicología, pues, al poco tiempo comencé a traspolar esa reflexión sobre los personajes a las personas que me rodeaban. Y algún tiempo más tarde, emparenté esas reflexiones que terminaban en largas elucubraciones angustiantes a los personajes de los sueños. Así, tenía ya tres dimensiones para pensarme y en ese trabajo de introspección, comencé a escribir diferentes cosas. Así que en un primer momento, me formé autodidacta, tomando como referencia lo que iba escribiendo y preguntándome por qué escribía así o asá, etc.
Luego, muchos años más tarde, décadas más tarde, una querida amiga, Ana, me introdujo en el foro Ultraversal en el que encontré por fin maestros y referencias, para recomenzar a formarme en aspectos lógicos, formales, etc.
6. Te he leído bastante en poesía como en prosa, ¿cómo te sientes escribiendo en ambos ámbitos? ¿Qué diferencias podrías señalar?
Yo soy prosista, tengo vocación hacia la prosa y particularmente hacia la prosa extensa. Me gusta contar historias. Puedo escribirlas o directamente narrarlas pero no podría (y no lo he hecho nunca) dejar de contar historias.
Comencé con la prosa entre los siete u ocho y con la poesía hacia los quince o dieciséis años. Para ese entonces ya tenía varias novelas y cuentos escritos, sobre todo para ese entonces ya tenía toda mi “tecnología” sobre prosa desarrollada (no acabada ni ahí, eso acaba el último día de vida pero sí ya tenía reflexiones sobre los personajes, los vínculos y el conflicto, la trama afectiva que obra de soporte, la verosimilitud indispensable del universo que uno plantea, la relación entre escritor y lector como los dos tiempos de escritura, etc.). De la poesía lo ignoraba todo. Nunca me había puesto a pensar en ella y de hecho tampoco había leído poesía. Sí teatro. Me gustaba (y me gusta) mucho leer teatro y guiones de cine. La poesía comenzó de forma tradicional supongo, como vehículo para trasmitir mis afectos hacia una dulce muchachita. Pero pronto, fue al humor, sin prestar atención a las reglas, ni siquiera al sonido o al ritmo.
La poesía para mi tiene un parentesco insoslayable con la ocurrencia y la humorada. Puedo y de hecho he escrito poesías duras y tristes, pero no son la mayoría, ni mis temas favoritos. De alguna manera me ha servido como para darle perspectiva, aliento, a mi vocación de prosista.
Además surgió también por una cuestión práctica: ya en aquellas épocas trabajaba en jornadas extensas, además de la escuela y aunque dormía muy poco (lo sigo haciendo) tenía muy poco tiempo para escribir y solía escribir en el trabajo (lo sigo haciendo también) pero me resultaba más difícil en aquellas épocas sostener la ilación de una prosa, viéndome interrumpido a cada rato (trabajaba en un comercio en atención al público), así pues, para saciar mis ansias de escribir escribía pequeños fragmentos, entre aforismos (género que adoro desde niño) y poemas o garabatos poéticos.
La diferencia radical, siempre hablando de mi experiencia, consiste en un hecho simple, podría pasar años (y he pasado años) sin escribir poesía, pero, no podría pasar siquiera un par de meses sin escribir algún tipo de prosa.
7. También tienes publicados varios artículos sobre Psicología, ¿cómo nace el interés por esa ciencia y por qué sigue vigente?
Bueno, como decía al principio, el interés por la psicología comienza desde muy muy niño, si tuviera que situarlo, en algo específico, anecdótico y casi mítico, tendría que decir que comienza cuando me enteré que había un oficio en la antigüedad que consistía en analizar sueños a través del episodio bíblico del sueño del Faraón de las “vacas flacas/vacas gordas”. Cuando leí aquello tenía seis años (no leía muy bien y tampoco comprendía nada pero sí tuve la intuición de que había allí mucho más de lo que podía comprender e imaginar). Y desde aquel momento comencé a jugar a “leer sueños”. Así pues rudimentariamente escribía los míos y preguntaba a toda persona que se me cruzara los suyos y los “analizaba”. Recuerdo que en el barrio había un profesor de “filosofía” y que un buen día me preguntó “cómo analizaba yo los sueños” y mi respuesta fue ésta: “cuando la gente cuenta sus sueños hacen como los albañiles (yo había visto construir la casa de mis padres lo cual fue sin dudas EL EVENTO más importante de mi vida), cuando no quieren que se note algo meten mucho revoque. Pero si vos metés el dedito donde te parece que hay mucho revoque, te das cuenta que no hay ladrillo, que hay un huequito. Cuando me cuentan un sueño y veo que una parte tiene mucho revoque, pregunto de nuevo y de nuevo y de nuevo”.
Luego, se entroncó aquella actividad lúdica con la escritura y las primeras observaciones sobre los sueños se fueron emparentando con las primeras observaciones sobre lo que escribía, formando un todo muy heterogéneo y muy inabarcable, muy angustiante también pero a la vez, fascinante.
Además tenía el negocio de mi viejo, el primer campo de experimentación y observación más que privilegiado. Recuerdo que abusaba vilmente de mi “privilegio de inocencia de niño” para preguntar las cosas más siniestras sabiendo que nadie le daría mucha importancia. Y luego, por las noches, registraba todo y me rompía el mate pensando en eso.
Sigue vigente creo porque se forjó en mí en una época tan temprana que ni siquiera el hecho de pasar por la academia logró eclipsar o romper del todo. El único momento donde mi interés en la psicología estuvo en crisis fue cuando estuve en la Facultad y escuchaba a profesores hablar de psicología como si hablaran de algo que no se inscribe en el cuero de otro, dándole una impronta de gravedad casi eclesiástica para figurarse una formalidad que los mantuviera virgo intacto frente a lo que la psicología revela. Lo importante de la psicología no es la psicología en sí, sino aquello de lo que trata. Suponte, un planteo sencillo para ilustrar lo que digo:
Toda neurosis en el fondo no se trata de algo distinto a una distancia de uno para con uno mismo. Esto es tan así que hasta podés hacer (y en algún momento lo he hecho) analogías geométricas con los diferentes tipos de padecimientos y en la facultad, al menos en aquellas épocas en la que cursé, la clave de la terapia pasaba por “guardar distancia”, fruto de una lectura errónea de Freud, y asestar interpretaciones como estocadas a la distancia. Cuando lo que un psicólogo debe interpretar es el lugar que él mismo ocupa en la relación con el paciente. El paciente no necesita interpretaciones pues justamente padece de interpretaciones, de esas elucubraciones infantiles que lo condujeron justamente a tomar distancia de sí-mismo o de aquello que le permitiría reinventarse, recrearse y desarrollarse como persona.
En definitiva, sigue vigente en mí porque es algo mío, muy muy mío, al punto que no dudé de tomar el consejo del Viejo Freud “el psicoanálisis es una herramienta que cada quien debe adaptar a la propia mano” y acometí con lo que di en llamar “Psicopolítica”, que no es otra cosa que mi forma de concebir la psicología.
8. ¿Qué autor, o qué autores marcaron tus inicios en la lectura y quizá te impulsaron a la escritura?
Sin duda alguna, Alejandro Dumas con la saga de los Tres Mosqueteros. No fue el primero pero sí quien caló más profundo. Luego, todos los escritores de aventuras, desde Salgari a Verne, o sea todo lo que leí en esa primera etapa entre los seis y los ocho. Pero también, Tostoi con “La muerte de Ivan Ilch” o Sartre con “La infancia de un jefe”.
Luego, poco tiempo después, tipos bellísimos como Alejandro Casona, o tipos de una ternura rústica como Eugenio Cambaceres con su “Sin Rumbo”, Miguel Ángel Asturias con su mágico “Mulata de tal”, Jardiel Poncela y su “La Tournée de Dios” entre otros hasta llegar a Oliverio Girondo, Los hermanos Tuñón (Raúl más que Eduardo), luego, mil autores más. Casi todo lo que he leído me ha impulsado a escribir, je, siquiera para cuestionarlo.
9. ¿Tienes algún libro, o algunos libros de cabecera, de esos a los que siempre se da una ojeada?
Como te explicaba al principio soy un tipo en el que conviven muchas contradicciones, no vivo “linealmente” sino más bien en espiral. Así pues, no soy de tener “libros de cabecera” sino que por momentos aparecen algunos que cobran un valor singular y que son de los géneros muy diversos. Si fuera un piloto de alguna nave rumbo al espacio estelar y solo pudiera llevar algunos libros creo que llevaría “Las Mil y una noches”, “Ubik” de Philip K. Dick, Las obras completas de Girondo, de Freud y de Stekel. Pero en verdad, en mi “cabecera” nunca hay un libro privilegiado, ni siquiera un autor. Por momentos puede haber un libro de Física, o un libro de Criminalística o algún buen manual de Política o Economía.
10. Hoy día, ¿tienes algún autor o autores que te impacten como aquellos que fueron tus primeros favoritos?
Es difícil esa pregunta. ¿Es casi como si dijeras hoy hay alguna mujer que te impacte como tu primer amor? Hay un montón de autores que son interesantes y que literalmente me “vuelan la cabeza” muchos de ellos, en el Foro en el que participo, Ultraversal. Por fuera de los autores del foro, hay algunos amigos como Don Pablo “Crash” Solomonoff que es un tipo sorprendente y Mariana Brebbia que es una poeta y prosista exquisita.
11. ¿Qué libro recomendarías como lectura obligatoria y por qué?
Nunca haría tal cosa. ¡Por favor, por quién me has tomado! Obligar a leer es como obligar a amar. Creo que lo único que recomendaría a todo el mundo es nunca reducir la lectura a un libro y jamás de los jamases proponer una “lectura de obligado”, ni siquiera en cuestiones específicas. Recuerdo, por ejemplo, que una vez, luego de presentar una revista de psicoanálisis, unos psiquiatras me pidieron que les de unas clases introductorias al psicoanálisis y les armé todo un curso introductorio al psicoanálisis desde Condorito. Ellos venían munidos de toda la “lectura obligatoria” y yo me dediqué exclusivamente a deconstruirle ese encierro para que pudieran acceder a ese Saber desde el lugar que quisieran, de ahí, tomarlo por el lugar menos pensado, desde una lectura tomada por trivial, tal como si, lo inconsciente solo se expresara en lo “obligatorio”.
13. ¿Qué opinas de esa suerte de corriente que algunos colectivos llaman «lenguaje inclusivo», utilizando, por ejemplo: nosotres, todxs, etc.?
Esta sí que es toda una pregunta. Primero y antes que nada tengo un profundo respeto, interés y admiración por el movimiento feminista en su, valga el chiste, heterogeneidad. Es un movimiento variopinto con diferentes exponentes y construcciones de saber, que últimamente se ha intentado sintetizar cayendo en las dificultades propias de cualquier movimiento heterogéneo que intenta hacer síntesis. No es fácil tomar en una línea de continuidad a Susan Sontag y a Beatriz Preciado pasando por Simone de Beauvoir, etc., como tampoco es fácil tomar en una línea de continuidad a Freud, Stekel, lacan y Daniel Sibony, por ejemplo.
Creo que hoy por hoy, el feminismo al reeditarse, cobra mayor consistencia pero aún es un movimiento joven y en formación, por lo que es muy difícil e inapropiado cuestionarles sus producciones de saber, sabiendo que todavía les falta mucho tiempo para darle una forma acabada con una lógica lo suficientemente consistente como para poder hacerle una crítica epistemológica.
Luego, yendo estrictamente a lo que se considera un “Lenguaje inclusivo” me parece que todavía hay ahí algunas confusiones en juego. Primero no se trataría de un lenguaje sino de una lengua, pues, en el lenguaje hay solo operaciones lógicas que permiten operar en una lengua y por tanto el lenguaje no es ni inclusivo ni exclusivo pues no hay sujeto ni siquiera gramatical sino tan solo la posibilidad lógica de que en el desarrollo de la lengua a partir del lenguaje advenga un producto gramatical que de alguna manera aluda a un sujeto.
Segundo, al hablar de “lenguaje (o lengua) inclusivo (a)” estamos incurriendo en lo que en la literatura antigua se llamaba psicologizar. La empatía es un rendimiento psicológico que es previo a toda lengua y lenguaje y que solo puede ser ejercida por un sujeto. En todo caso el sujeto es quien opera con la lengua y quien puede usar una forma u otra para incluir o excluir.
Tercero creo que se incurre en el error de suponer que la palabra es plana, que funciona exclusivamente de forma mecánica encontrando todo su sentido en lo abarcativo del lenguaje tal como si el afecto expresado en ésta no tuviera un peso específico decisivo. Bastaría con que exprese un tono irónico subrayando el nosotres frente a alguien, para que todo lo inclusivo, se desvanezca en el instante.
Cuarto, me da un poco de miedo que sin ninguna intención se caiga en instalar la certeza que la lengua puede decirlo todo, y que el sujeto quede reducido a una mera “producción del lenguaje” completamente obturado en su gramática. Creo que es uno de los errores de lo posmo que se traslada casi irreflexivamente a todo discurso progresista, cuando se confunde deconstruir con romper y/o hacer oídos sordos frente a aquello que uno juzga incorrecto, se corre el riesgo de cerrarle la puerta a lo que inevitablemente termina por entrar por la ventana. Una lengua que lo diga todo al punto que toda intervención subjetiva sea irrelevante, (condición previa para que una lengua pudiera ser por sí misma, inclusiva), es el objetivo de todo régimen fascista. Una lengua que lo diga todo, la pura nominación, es el objetivo del Capitalismo más salvaje y también fue el objetivo del oscurantismo escolástico.
Por último y resumiendo mi posición al respecto, creo que el objetivo del movimiento feminista es loable en éste punto y los argumentos de la RAE en contra no solo me tienen sin cuidado sino que me parecen patéticos, ya que el único objetivo de la RAE es consolidarse como segundo idioma en Internet según confesara casi como al pasar en el Congreso de la Lengua del 2003, De la Concha. Pero creo que hay un error conceptual de base que no ha sido tenido en cuenta. Como digo, nada que no se vea en cualquier movimiento joven que intenta consolidarse en torno a una síntesis difícil (aunque no imposible) de lograr.
14. ¿Tienes alguna meta pendiente a lograr como escritor?
Sí, claro. Si no ya no estaría en ésta vida. Sería fácil hacer estereotipo y decirte que lo pendiente es publicar. Pero publicar para un escritor, al menos para mí como escritor, no es una meta sino una necesidad. Es como bañarse o respirar.
Mi meta tampoco es famoso o reconocido (y no es que reniegue de mi espíritu Vedette), sino seguir escribiendo con la misma alegría y entusiasmo. Si a otro le sirve lo que escribo, mi deseo, sería que le sirva en ese sentido, que le trasmita no una admiración por mí, sino la posibilidad de re-descubrirse y re-inventarse a sí-mismo a través de su propia escritura en la vida. Con eso me alcanza para vivir feliz trescientos años más.
15. ¿Cuál ha sido, o cuál es tu mejor experiencia como alguien que ha desarrollado su pasión por las letras?
Sin chiste ni eufemismo alguno, la mejor experiencia es escribir, hablar, contar historias, por momentos, retorciéndole el pescuezo un ratito al lenguaje, por momentos, deslizándome por su capricho lógico como si fuera un significante más. No creo que haya tenido mayor experiencia, ni más satisfactoria.
Morgana de Palacios dice
Una manera excelente de conocer un poco más los entresijos vitales de Daniel a través de su imparable y brillante retórica.
Enhorabuena a entrevistado y entrevistador.
Abrazos.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Gracias, Morgana.
Sí, leerle a Daniel implica revisar lo que dice y al tiempo revisarse uno mismo, inevitablemente.
Un capo en toda regla.
Gracias!
Vale dice
Conozco en la amistad a Dani y nadie más genuino en su transmisión , el ES una efusiva cascada de FICCIONAR, de hacer arte en infinitas dimensiones
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Tal cual, Vale, igual que artista, librepensador, de los que no caben en un rótulo.
Gracias por leer y comentar.