En horas, donde la rama seca
hacía contacto con el agua del arroyo
en lugares, cuando el gusano era arrastrado
por la corriente del río y le fallaba la ceda
tenías las palabras, y podías decirlo.
Pensaste en los que sienten, sin posibilidad de expresión
y en aquellos – incluso tú – que expresan lo inentendible,
y te vino a la mente la vieja idea del puente y el pontífice.
pero ellos no quieren pagar, y tú que ya has pagado
no sabes qué hacer con lo que tienes para ofrecer.
Estiras la horas, y buscas hacerlo soportable
como ya no te basta saberte tan del otro lado
buscas convencerte de que todo está bien
de que al final todos tienen razón, y ninguno.
Sonríes, después de todo, y con cierto temor
porque nunca nada te ha sido tan fácil
porque todo en ti es lucha cuando no juego
porque no te animas a creer que en verdad ya pagaste.
Hay veces que tienes una visión, y eso es todo
hay todos que caben en una visión
hay gente que ve, y que es vista
siempre habrá alguien, cuando yo ya no esté.
Por eso conmigo nadie está, sólo tú, en mi mente
y nadie está cuando contigo estoy, en tu cuerpo
mar sin fondo, paraíso de la inexistencia
una burbuja que es un suspiro y dentro de ella el corazón.
14.04.01
13:44
Andrea
Un libro de Silvio Rodríguez Carrillo
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