Tócame el espanto de estar vivo
cuando me rodea el error,
víveme las ansias cuando en mis manos
me arrepiento de los hijos de dios y de su padre,
y lame mis rodillas si me impulso
para arrancarme de mí.
He venido siendo yo todo el tiempo
a contramano y sin defensas
tanto,
que si no te pudo el asco de la luz de mi rostro
te vencieron las ganas de verme en una camilla,
como si fuese posible que tengas razón
desde donde sólo hay soledad heredada.
Pero
ni soy de polvo, ni al polvo volveré,
cien mil repeticiones no me bastan
para comer lo que excreta un caballo,
si beso, es a mí a quien quiere besar el ángel
si común, lucho
–hay un único queriendo luchar conmigo–
y por estar, legiones enteras se desplazan.
Debe ser horrible no ser.
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