«Lo que tengas que hacer / hazlo pronto…»
Tengo la premonición del mundo sobre los hombros
y el recuerdo de tus versos breves excomulgando
la dispersión de mis ojos al intentarte a solas.
Carezco de tontas finalidades predecibles
siendo mi voz la del hastío, –de agria decepción–,
soy el tullido de remordimientos sosteniéndose.
Me digo en vos a la manera del miasma que trepa
por el ámbito de lo terreno hasta alcanzar
el supremo dolor del sacrificio inútil; sordo
y manco, carcajada lamentable de la piel
buscando tus pechos llenos de versos lacerantes
en obediencia a mis venas buscando tus hojillas.
Que sea ahora, me digo, que para el nunca tengo
todo el tiempo en el desierto jamás visto o nombrado
donde copulan con tus ansias todos mis defectos.
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