Las tres correcciones básicas
La corrección de estilo: tiene que ver con arreglar aquellas fallas que se dan por desconocimiento del autor acerca de las reglas gramaticales, o bien, simplemente por el descuido que ocurre cuando se escribe sin ojo crítico que tiene el que mira desde afuera. Un punto usual son las muletillas y las redundancias, que son como los tics que algunos autores tienen. Casos más delicados son los errores en la congruencia narrativa y en el uso de los tiempos verbales.
Corrección ortotipográfica: luego de la corrección de estilo es posible que hayan quedado algunos errores ortotipográficos, sobre todo considerando que el autor, luego de recibir las recomendaciones del corrector de estilo, pudo haber cambiado párrafos enteros. Entonces, puede que aparezca una coma que antes no estaba y que la misma esté colocada erróneamente, o que un vocablo, como rió, que va sin tilde, esté escrito con tilde. Es decir, una vez efectuadas las correcciones tras las sugerencias del corrector de estilo, estaremos ante un texto relativamente nuevo, y el corrector ortotipográfico se ocupa de que el mismo esté libre de errores.
El corrector de pruebas: una vez que el texto está libre de errores se procede a la maquetación del mismo, y cuando el libro está listo como para ser impreso, es cuando aparece el corrector de prueba, el cual se ocupa de revisar si cada una de las páginas está dentro de los delineamientos de la línea editorial. Aquí se revisan la distancia del primer párrafo con los títulos, la disposición de títulos y subtítulos, la alineación de las notas al pie, las líneas huérfanas y viudas, entre otros detalles. Es la revisión que certifica que el acabado del libro es el deseado.
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