217 es la tercera parte de mi símbolo, y significa Unidad:
217= 2+1+7
2+1+7=10
10 = 1+0
1+0=1
Con el libro «217 consecuencias de las tierras altas», concebí la idea de escribir 217 poemas a través de los cuales realizaría una tarea introspectiva, por un lado, como también exploradora, en cuanto a la técnica del ritmo endecasilábico, por otro. 217 «unidades» independientes que tendrían que componer, finalmente, una sola entidad.
No te negaré que cuando terminé de escribir las 217 consecuencias estaba satisfecho, sin embargo, ¿cómo validar su calidad? Fue entonces que surgió la enorme figura del escritor Gavrí Akhenazi, ofreciéndome escribir el prólogo del libro. Sí, el autor de libros como La justicia en nuestras manos, Diario del Psicodrama, Novelas robadas sin terminar, Hojas de sombra, Animal de tormenta, y tantas otras novelas más. Te imaginarás no sólo el contento, sino ese empujón que te da el recibir la valoración de alguien que domina el arte de la escritura.
Dice:
Rodríguez Carrillo es “el poeta en su laberinto” y su laberinto nos muestra en este libro de 217 conjeturas, toda la certeza y toda la incertidumbre de sus paredes.
Silvio no es un poeta monótono sino un saltimbanqui de la emocionalidad que nos arrastra en sus propias piruetas y nos arroja a sus propios vacíos, para atajarnos con su extraña red de certezas y dudas, como si lo divirtiera jugar consigo mismo y hacer al ocasional lector, partícipe de ese juego.
Pero no lo previene. No ayuda a quién lo lee a comprender sus letras, sino que propone y propone, con una especie de tiranía emocional que juega en todos los puestos y en todos los roles una intensidad poco habitual, extremista, desordenada, que navega libre por todas las aguas como si siempre estuviera al garete entre Escila y Caribdis, a punto de ser devorado o a punto de devorarse él a las sirenas.
Este largo poemario es, según mi lectura, un diario íntimo escrito desde una multiplicidad de equivalencias. Es un estudio íntimo de las fuentes del ser y refleja cómo un ser reacciona e interacciona con todo lo que lo rodea. Es un mapa de la ductilidad expositiva del autor. Ductilidad expositiva que se transforma en impositiva, reclamante, tiránica, sobre un lector desprevenido que se zambulle en un mar que lo devora.
Rodríguez Carrillo pasa del desorden a la perfección, desde el ensayo pontifical al llanto de quien se confiesa con el rostro cubierto por las manos, desde el insulto a la caricia, desde el amor al desprecio, en un extraordinario eslabonamiento emocional que se apoya en todos los sustratos. Pasa con una pirueta desde lo rígidamente formal a lo fanáticamente libertario y se explaya y se explica y se encierra y se acorrala, desde la lucidez al cripticismo, en una sucesión de imágenes que ya pueden estar diseñadas en un coloquial exasperante o abofetear los ojos del lector con una fuerza clásica insospechada.
El que piense que va a hallar en este autor paraguayo un poeta fácil, tendrá que comprarse una caja de ansiolíticos, porque su poemario es una selva subtropical, feroz, intensa, arrebatada, asfixiante y alucinógena. Este poemario es una selva exultante en su condición de prodigalidad.
Sorprende en el autor la diversidad de sus enfoques y su inagotable vastedad temática ya que existe en este poemario una emoción para cada palabra y una palabra para cada aventura, porque sumergirse en el mundo de Silvio es para verdaderos aventureros literarios, que no busquen una lectura acotada por lo convencional o por lo maratónicamente vanguardista que aspira a descollar a partir de cualquier hecho letrálico.
En Silvio se conjuga el amplio concepto filosófico con el empedrado de los barrios y subyace la lucha por la reconquista del germen divino que todo hombre posee o la aceptación del barro más pequeño. Por momentos un sabio que regresa desde el comienzo de todos los tiempos y por momentos, el mismo autor es un niño que todo lo pregunta porque se hace cargo de su inocente ignorancia.
Más allá de lo que opinen los cultores de la bella palabra, yo creo que si un autor no explora los límites de sus propios límites, nunca será un autor completo, porque el arte es la exploración hasta el desnudo de lo que más oculto, vibra y vibra.
Silvio Manuel Rodríguez Carrillo hace, en sus “217 consecuencias de las tierras altas”, precisamente eso: hundirse en su sí mismo y volver hacia el lector las manos, trayendo ese hombre interior que testifica todas sus realidades, para que el resto, aquellos que leemos en su hondura, nos identifiquemos con la vida.
Gavrí Akhenazi
¿Qué más podría pedir? Nada. Ahora sólo me quedaba la presentación, los detalles del diseño, es decir, la pelea por la tapa y la contratapa. Pero, como te había dicho, si desde el comienzo del proyecto tienes fijado el norte todo se hace más sencillo. En este caso, había concebido hasta el título del libro desde el primer momento, partiendo de las Highlands de Escocia, las Tierras Altas, por lo que sí o sí tendría que ir en la portada alguna imagen que refiera al lugar.
Recurrí entonces a George Hiles, puedes seguirlo aquí, y mira qué fotografía más bella:
Para la contraportada tenía que guardarme algo de humor, y pensando la eterna discusión entre irlandeses y escoceses acerca del «agua de vida», me vino a la cabeza el «Wheat Whisky», para que la cosa arda de una vez. Un gol de Keenan Barber.
Y así es como queda el diseño completo incluyendo el ISBN.
Y luego del clic final, las 217 consecuencias en los motores de búsqueda de Google, y a la venta en Barnes & Noble y Amazon.
Como ves, lo principal, luego de haber terminado tu libro, es contar con alguien que conecte con él y pueda comentarlo. El compromiso del lector en este caso debe ser absoluto, no hay lugar para medias tintas.
Turno para ti,
¿Has publicado alguna vez la reseña de algún libro?
¿Ya tienes en mente a quién encargar el comentario de tu libro?
Te leo en los comentarios.
Emanuel dice
Maravilloso Silvio muchas gracias .
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Muchas gracias por leer y comentar, Emanuel.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Salud, Romina
Muchas gracias por leer y comentar.
Pues no te desanimes, evita ser cortoplacista. Las cosas buenas llevan su tiempo.
Lo importante es que te fijes ciertas metas, razonables, y lograrlas.
Para prescindir del aspecto monetario en cuanto a lecturas y comentarios, el camino es la interactuación.
En el foro de literatura en que suelo participar dejo mis opiniones y sugerencias casi todos los días, lo que me genera, a mediano y largo plazo, lectores que no tendrían el mínimo inconveniente en leer y hacerle un prólogo a algún libro que vaya a publicar.
Se trata del compromiso, agradable, del quid pro quo.
Un abrazo y que estés bien.
Romina dice
Hola!!, nunca hice la reseña de un libro. Tengo pensado publicar, pero economicamente aun no puedo con los gastos de edicion.
Realmente aun no tengo a nadie en mente para q haga un comentario de mi libro