9. La corrección
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9.1 Advertencia
Hay dos frases frecuentes:
• «no creí que tenía tantos errores, y eso que lo he revisado muchas veces»,
• «ojalá lo hubiera hecho corregir antes de publicarlo».
Quizás por una cuestión de ego, o simplemente por no comprender su importancia, se da que muchos autores no recurren a un corrector profesional para que revise su trabajo y realice las sugerencias pertinentes. Como resultado, son incontables las publicaciones que de repente tienen toda la apariencia de ser de gran calidad, pero una vez dentro del libro uno se encuentra con tantos errores que uno se siente estafado. Incluso si uno ha descargado el libro gratis.
Todo lector espera sacar provecho del tiempo que invierte al leer un libro, ya sea en términos de disfrute literario, o en términos de lograr un resultado específico. En un libro, la palabra escrita es el medio por el cual se transmite el mensaje, y si el medio está dañado el lector se resiente. Y aquí lo grave, es más probable que un lector resentido realice un comentario negativo sobre el libro que leyó, a que un lector satisfecho haga un comentario positivo. Esto es así, a la gente le es más fácil manifestar su frustración que dejar asentada su satisfacción.
Además, piensa que has realizado el trabajo más difícil, escribir tu libro, y que ahora se trata de que el mismo sea leído, aceptado y recomendado por tus lectores, entonces, ¿por qué privarlos de que lo disfruten debidamente? En las correcciones se tienen en cuenta las posibles distancias entre el autor y su lector, es por esto que se necesita de una visión externa, y claro, por lo referente a todos los temas gramaticales. Cuando se contrata a un corrector profesional lo que se busca es, en esencia, lograr que los lectores queden satisfechos respecto de los aspectos formales del texto.
9.2 La corrección del propio autor
Uno de los consejos más tradicionales dice « antes de publicarlo, lee tu libro por lo menos dos veces». Con esta doble lectura lo que se pretende es que el autor esté convencido de que no hay nada qué agregar, ni nada qué quitar. Detectar si un párrafo quedó muy extenso, si acaso es innecesario, o lo contrario, si acaso habría que ampliarlo o incluir uno más. Al volver a leer todo el texto se adquiere mayor consciencia de los asuntos tratados, por lo que es aquí cuando el índice podría llegar a modificarse definitivamente. Es una revisión que encara el fondo.
No obstante, en esta primera revisión, puedes utilizar el corrector de Word, o bien algún programa de corrección como Stilus, que suele ser utilizado por los correctores para dar una primera barrida al texto. Sin embargo, ya sea que utilices el corrector de Word, o un programa similar a Stilus, que sí sirven para cuestiones de puntuación o concordancia de número, siempre tienes que prestar atención, porque no todas las sugerencias estarán acorde con el espíritu del texto. Los correctores automáticos se basan en reglas ortodoxas más o menos rígidas, y en el castellano no todas las reglas son completamente inflexibles.
9.3 Corrección de estilo
Cada autor tiene su manera muy propia de escribir, por lo que ya sea excelente, mediocre o pésimo (según qué jurado examine su texto), cuenta con un ADN literario. Entonces, la corrección de estilo no se trata de cambiar la «voz propia» de un autor, su forma de narrar o de versar, sino de que esa personalidad suya al escribir, justamente, sea compatible con la normativa de la lengua. Se suele decir que si una persona escribe como habla, por muy bonito que hable, de todos modos habrá de escribir con errores; bien, la cosa va de eliminar estos posibles errores.
En esta corrección se revisan diversos elementos que hacen a la sintaxis, como:
• la concordancia de género («ochenta y un mujeres» es incorrecto, lo correcto es «ochenta y una mujeres»),
• la concordancia de número («les di tu teléfono a la gente» es incorrecto, lo correcto es «le di tu teléfono a la gente»),
• y la concordancia de tiempos verbales («quería que vaya» es incorrecto, lo correcto es «quería que fuera»).
Además, también se analizan y se corrigen en atención al sentido del texto las pausas oracionales establecidas por coma, punto y coma y punto, («No, tengo prisa.» / «No tengo prisa.»).
(Prueba de corregir estos ejemplos utilizando el corrector de Word o Stilus).
Aparejada a la revisión ortográfica («mamas y bebes gratis» / «mamás y bebés gratis»), en la corrección de estilo se incluye la mejora del texto cuando, por ejemplo, una misma palabra se repite en varias ocasiones innecesariamente, pudiendo utilizarse sinónimos, o reconstruyendo frases. Para realizar esto se necesita una lectura acabada del contenido, comprender cuál es la intención del mismo, y entonces realizar (o proponer al autor) las posibles modificaciones pensando en cómo recibirá el lector el discurso terminado. De aquí se desprende la diferencia que existe entre corregir un cuento para niños, una novela erótica o un informe económico anual.
Cuando el texto incluya deliberadamente expresiones regionales, o incluso palabras concretas cuyo significado difiera del que le asigna el diccionario, debe ser el autor quien advierta al corrector de tal circunstancia. Situación similar se da con ciertas palabras, e incluso construcciones, en donde en función de darle veracidad a un diálogo, por ejemplo, se transcriben palabras entrecortadas, o con una grafía diferente a la usual («tumbao», por tumbado; «voj», por vos; «jate de joer», por dejate de joder). Aquí, dependiendo de los casos, podrían utilizarse notas al pie, al final del texto, o incluso la inserción de un breve glosario explicativo.
Como ves, la corrección de estilo no sólo exige conocimiento de las reglas gramaticales, sino la involucración de quien la hace con la obra que va a corregir y con el público al cual la misma está destinada. Sin esta empatía las correcciones que se realicen podrían terminar desvirtuando la voz original del autor, degenerando el texto en un todo heterogéneo que al lector entrenado le dejará un mal sabor, y créeme, nada menos agradable que un discurso que no «suena» auténtico. De aquí que el corrector, si acaso el autor fuera un novato, debe estar en posición de brindarle seguridad.
Cada texto es diferente, pero todos los textos exigen igual concentración en la lectura, que es el detalle fundamental sobre el que se basa toda corrección. La revisión desgasta, por lo que cuando uno contrata un servicio de corrección lo que está contratando es una lectura minuciosa, es decir, a un lector fresco. Es posible que tu libro necesite tan solo unas pocas correcciones, pero para determinar eso es necesario leerlo por completo. Además, hay casos de pocas pero complicadas correcciones, como casos de muchas correcciones pero sencillas de resolver. Como sea, va de revisar para detectar, y luego de corregir.
9.4 Corrección ortotipográfica
Después de haber realizado la corrección de estilo puede que hayan subsistido –o surgido– algunos errores ortográficos o de puntuación, y es con la corrección ortotipográfica que los mismos se subsanan. Por ejemplo, si luego de la frase «sin embargo» no se tipeó coma. Si una expresión de cifras, como 1ro quedó sin el punto, 1ro., o si alguna abreviatura está incorrecta. También, y suele ser lo más frecuente, los errores correspondientes a la puntuación en los diálogos, en la utilización de las comillas y signos similares (interrogación, admiración), que muchas veces figuran los de cierre pero no así los de apertura.
Esta revisión se realiza sobre el trabajo que debería ser el borrador final. Normalmente se utiliza el programa Word, y en la ficha Revisar, la función de Control de cambios, de manera que todas las «revisiones/correcciones» puedan ser aceptadas o rechazadas por el autor.
Hay que aclarar que la corrección ortotipográfica supone que ya se ha realizado la corrección de estilo. Esto es, si el autor envía un texto que dice «nadie me ha hecho comer tan rico como cuándo ella me cocinará en un calor de leños de pino». El cambio que se indicará será el de reemplazar «Nadie» por «nadie», pero no se indicará nada respecto de la correlación de tiempos verbales de «me ha hecho (participio) / como cuando ella me cocinará (futuro del indicativo)». En esta corrección ya no se trata de detectar, y menos todavía de arreglar cuestiones gramaticales.
Es entendible que lo recomendable sea que personas diferentes realicen la corrección de estilo y la corrección ortotipográfica, debido a que ambas correcciones exigen un nivel de concentración muy alto, y lo importante es una mente fresca que enfrente el texto con «ojos nuevos», que es la mejor manera de encontrar los posibles errores. Algo de esto explica a los autores que mientras más revisan su texto, antes que resaltarlas, normalmente terminan amigándose con sus posibles imperfecciones, privándose entonces de buscar hasta encontrar esa vuelta de tuerca expresiva que para un lector externo y entrenado pudiera resultar bastante fácil de hallar.
Por supuesto, como en la corrección de estilo, el autor deberá comunicar al corrector si acaso tiene ciertas preferencias fuera de norma y, si no, el corrector deberá consultar cuando encuentre algunas anomalías en la forma, como el tratamiento de las cursivas o negritas, el inicio de párrafo o de oración luego del signo de dos puntos, o las frases entre guiones. La obra siempre pertenecerá al autor, y el autor habrá de establecer su criterio, pero, aun decidiendo salirse de la norma, este salirse de la norma deberá obedecer a un criterio al cual quedará sujeto la totalidad del texto.
9.5 Cómo se cotiza una corrección profesional
Debes tener muy en claro que la corrección de estilo y la corrección ortotipográfica son independientes. Tras la corrección de estilo, y con las sugerencias del corrector, es posible que modifiques no sólo una oración, o un par de palabras, sino que varios párrafos. Y al hacerlo, es posible que cometas errores gramaticales que antes no estaban. Es por esto que primero debes ocuparte de solucionar todos aquellos posibles errores detectados con la corrección de estilo y sólo entonces solicitar una corrección ortotipográfica.
Para cotizar una corrección se recurre a las matrices, que son el total de caracteres incluyendo espacios. Normalmente el costo de corrección se cotiza por cada 1.000 (un mil) matrices. Hasta aquí, este capítulo que trata de las correcciones tiene un total de 10.394 Caracteres (con espacios), es decir 10.394 matrices.
Entonces 10.394 ÷ 1.000 = 10,39
Si el costo es de USD 2,00 por cada 1.000 matrices, sería 2 x 10,39 = 20,78 USD
Así, si quisiera una corrección de estilo (USD 20,78) y además una corrección ortotipográfica (USD 20,78), el costo total de ambas correcciones sería de USD 41,56.
Como en casi todos los servicios que se ofrecen online, en la red encontrarás todo tipo de ofertas y una gran variedad de precios. A este respecto, te sugiero que entres en contacto directo con el que podría llegar a ser tu corrector a ver si hay química, porque sin un mínimo de afectividad entre el corrector y el autor, la corrección de estilo se puede volver un auténtico calvario. Por esta razón algunos correctores, como yo, no aceptan trabajos sin antes tener una entrevista con el autor, y claro por lo menos una lectura de al menos parte del manuscrito.
Muy independientemente de la tarifa que un corrector establezca, también está el tiempo que demorará una corrección, y esto también incide a la hora de tomar un trabajo. Un texto que tiene muchos errores obviamente llevará más tiempo de corregir, aun cuando esos errores sean sencillos de subsanar. Mientras que un texto que tiene escasos errores implicará menos inversión de tiempo. Si la tarifa es la misma, es lógico que el corrector elija tomar los trabajos con menos errores y rechazar, dejar en lista de espera, o subir su tarifa a aquellos que podrían consumirle hasta el triple del tiempo promedio.
Importante:
Un corrector «no quiere», ni tampoco «le gusta», que un texto sea así o asá. Un corrector jamás pretende que el texto que le presenta un autor le resulte agradable a él. Un corrector, lo que hace es procurar que el texto esté libre de errores primero, y segundo, agradable de leer para su público ideal. Por esto, el corrector sólo hace sugerencias y es el autor el que tiene la última palabra.
Carlos Porras dice
Totalmente de acuerdo; esta ha sido la experiencia más desagradable que he tenido en mis libros, porque revisé varias veces, publiqué y después varios lectores amigos me fueron avisando de errores gramaticales, ortográficos y de presentación de los textos. Es un tema de mucho cuidado.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Salud, Carlos
Pues te comparto una experiencia mía. Alguna vez participé de un concurso, era de narrativa y me lancé con una novela. Yo no le di mucha importancia, pero luego de unos meses me contestaron escribiéndome que mi libro había llegado a finalista. Al final no gané, pero luego de pasado bastante tiempo, cuando por fin revisé el trabajo, me di cuenta de que tenía tantos errores, que era imposible que ganara ningún concurso.
Un abrazo.