Ficha del libro
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Título: En clave de mí
Autora: Ana Bella López Biedma
Editorial: Ediciones del’Espiràliteraria
Nro. de páginas: 76
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El libro se compone de tres poemarios que pudieran considerarse como independientes, pero que conforman un único universo compuesto por diversos registros de fondo y forma. En cuanto a fondo, predomina lo reflexivo, que aborda la propia individualidad en su histórico y en su contexto actual, hasta esa individualidad en una relación –posible o cierta– de compañía. Respecto de la forma, seguidillas, décimas y sonetos, certifican el oficio de la autora, que no se priva ni del verso blanco ni de la prosa poética, consiguiendo un poemario riquísimo en matices, apuntalado por el excelente manejo de la métrica y la rima.
Partitura de sombras: «Era yo quien se rompía» es la sentencia con la que inicia esta sección, coloreando de un solo trazo cuál es el espíritu de los poemas que siguen. Se da una introspección que partiendo de la descripción espacial retorna, desde afuera, hasta lo íntimo de lo emocional. En este dinamismo, hay un mirarse sin necesidad de espejos, y en ese mirarse, el encuentro con las lastimaduras, con una tensa mezcla de temor («agazapada al borde de mí misma/ con el miedo de ser/ otra caída más») y de dolor («Sólo carne de herida/ al borde de tus huellas»).
Viento de bolero: «Todo lo que tengo es hoy», dice, y comienzan unos poemas que giran, antes que alrededor del dolor y la tristeza, en torno a un receptor («que llego a ti pequeña como un sábado/ desprovista de arcenes») a través del cual los antiguos duelos parecen haber quedado atrás («Y ni una sola herida en la mirada»), dando paso a un tiempo de certezas («Yo sé que tú no mientes/ que siempre ves la sangre desde lejos») que se sostiene sobre la base de un conocimiento y reconocimiento mutuo, que permite la complicidad («Esperaba tu espalda y me diste los ojos»).
Piel de guitarra: «Porque soy la bailarina de esta caja de música», versea la prosa dando pie al último apartado, en donde los poemas navegan intensamente sobre un autoanálisis pasional y dramático («Quiero saber de cuantas formas/ soy capaz de morir en una sola noche»), igual que escalan hasta un positivismo firme («Porque hasta una guitarra/ presiente música/ bajo las cuerdas rotas»), siempre, sustentados por una cadencia que considera tanto el ritmo de los versos como la potencia del tono empleado en cada poema, de manera que el lector, sí, puede «escuchar» con placer cada uno de los discursos.
«En clave de mí» es un libro de poemas que me ha impactado como en su momento lo hicieran –hace ya tantos años atrás– «Las flores del mal», de Charles Baudelaire, y «Una temporada en el infierno», de Arthur Rimbaud, por todo el poderío del individuo frente a sí mismo; y a «Áyax», de Sófocles, por esa indefensión a la que uno se somete cuando afronta el contraste entre lo ideal y lo real. Y como «lo que abunda no daña», el poemario viene acompañado de música, de canciones con las que Ana Bella López Biedma certifica su condición de artista.
Aprovechando, dejo 3 poemas que me parecen emblemáticos, uno de cada apartado:
LA BOCA DEL MIEDO
(de Partitura de sombras)
Por ti la piel de corcho, el mar de arena
y párpados de cielo en llamas.
Tanto perdí en tus manos de ventanales rotos
que me sorprendo a veces
levantando de nuevo mis lugares a solas,
como si me habitaran mil torres de palillos.
Por ti huelo a ceniza en la mañana,
a pólvora en la tarde
y las noches son hienas
agazapadas,
listas para el derrumbe.
Yo me sellé la sangre de los labios
como quien cierra la compuerta
de todos los silencios por venir
y me quemé por dentro,
igual que los deseos en las copas
o las estrellas.
Por ti la nieve entre los dedos
y este rubor oscuro de no ser suficiente.
Y el alma descosida,
como un espantapájaros absurdo
en medio de la nada.
Por ti pozo en el vientre,
estéril,
hembra despavorida,
dolor en vela.
Por ti comienza el mundo
en la boca del miedo.
NEVERLAND
(de Viento de bolero)
Antes de nunca tú.
Todo se mueve y gira
-claustrofobia de luz para mis manos-
y yo desaprendiéndome de nuevo,
matándome las alas,
fraude en el vuelo añil del espejismo.
Sigues aquí.
Me desprendí de mí por ser la que temía,
la luciérnaga triste de voz de porcelana,
sumisa a golpes, fieramente sola.
Esperaba tu espalda y me diste los ojos.
Y yo tendí mis ganas
en tu boca de musgo y tu ternura
porque tú tienes nombre de regreso,
de pan de medianoche y mar en llamas.
Y siempre estás.
Llueven gotas de luna
sobre la piel del beso, sobre el humo
que dibuja silencios.
Ya no me cubro el alma.
Lo ves, no tengo miedo.
Alcancé la estatura de la tierra,
la del árbol más dúctil, la del hambre,
la de la nieve en flor.
La de tocar estrellas
en tu mirada.
BAJO LAS CUERDAS ROTAS
(de Piel de guitarra)
Me busco en la saliva
ese sabor de una palabra trémula
que atraviese tu nombre.
No soy tan sólo lluvia
goteando a los pies de una noche cualquiera
ni vendo amor al peso.
Pero creo en tus manos.
Y creo lo bastante
para ser una luz sola y desnuda
y si piensas que es hora
de dibujar gaviotas al bies de tu sonrisa
quizás es porque ves
más allá de los ojos de las piedras
que miden sólo el tiempo en sus relojes.
Porque hasta una guitarra
presiente música
bajo las cuerdas rotas.
Accede al poemario completo siguiendo este enlace.
Y accede a las canciones siguiendo este.
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