Han nacido condenados, por supuesto y, llegado el momento decidieron seguir así. Pero claro, a mí me han llenado las orejas de la imposibilidad de comprender tantas cifras, de acceder al entendimiento de tantísimas variables, y yo recuerdo siempre mi cara en esos casos, la de un tipo que mira cómo habla quien necesita de un hospital, de un grupo de médicos, y de equipamientos tecnológicos para un parto normal en la cúspide de América, o en la «Vieja Europa», sabiendo que hay islas, planicies y un montón de geografías en donde las mujeres paren a sus hijos sin demasiada asepsia.
La pereza, Señora de los Idiotas, les ha vuelto el tablero en contra, las fichas del revés y el juego mismo incomprensible. Por pereza han cedido el poder, y al ceder el poder aceptaron ser esclavos, vivir en la condición del acondicionado, del que acepta lo que le viene de arriba y que, en todo caso, putea, se plaguea, protesta con cartelitos mal escritos en las manos, porque uno es patriota y lleva la sangre en las venas, y a mí no me van a engañar, y ya vas a ver cómo ahora con el nuevo gobierno todo será muchísimo mejor.
Tras entregar el poder comenzaron a trabajar más por menos sin saber cómo, sin saber por qué, de puros idiotas, y eso que tenían su título universitario, o secundario, o llamale primario; sabían leer. Mientras más fácil eran de hacer las cosas, menos cosas tenían cada mes, y no lo podían explicar, ni resolver. Y como tenían la idea del mesías, del caudillo, del líder-se-nace-no-se-hace, y mil boludeces así por el estilo, continuaron apostando por el hijo de mami que les iba a resolver todos los problemas, como si al hijo de mami alguna vez le importó la negrada de mierda.
Yo era estúpido, mucho, pero lo suficiente vivo como para maravillarme cuando apareció la primera calculadora Casio que no usaba pilas, una que se recargaba solita con energía solar. ¿Hace cuánto de esto, 25 años? ¿Y cómo te iban a colocar un coso de bolsillo que no usa pilas y no iban a poder «extrapolar» a un auto, al sistema lumínico de una casa, de un estadio? Uno decide cuándo deja de ser estúpido, o cuándo seguir aferrado a la idea de que dios es un tipo barbudo sentado sobre un trono y que escribe unos caminos que sólo él entiende.
Por pereza entregaron el poder, en lugar de medrar y expandirse, fueron encogiéndose, y así se volvieron cagadores. Envenenados, se volvieron ponzoñosos. Y peor, ensombrecidos, comenzaron a putear contra la luz. Atrofiados por el no esfuerzo, comenzaron a putear contra la musculatura. Tuertos y ciegos comenzaron a putear contra el que ve. Porque el que ve sabe dónde está la falla original, de origen, de principio, de libre albedrío, dice: miren, aquí está el error, ¿qué hacemos al respecto? Y entonces, cómo ya nadie tiene huevos, ovarios, ni inteligencia, pues nada. Simplemente seguir encauzando hacia una nueva Bastilla: las bajas selectivas.
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