Quizás no fueron las pausas
todavía suficientes,
puede que mis fuerzas negras
precisen de más cariño.
Pero mi sed, bestia grave
sólo presiona a mi pulso
hacia el horror de mi rostro
exhibiendo sus roturas.
En la cicatriz me calmo,
como un Francisco que horrible
se place en la lepra vil,
y en mi soledad de hielo
—ajeno a mentiras sosas—
recuerdo el nombre: Yo soy.
Photo by Ihor Malytskyi on Unsplash
Deja un comentario