Escondido de mí, buscando el summun
de lo que algunos llaman la virtud de la paz,
comencé a recorrer los rincones oscuros
que dominan mi sombra y mis fantasmas,
solo, siguiendo el pulso de mi sangre.
Es terrible el camino de lo fútil
andar lo doloroso de lo fácil
por miedo, por un miedo nacido en el pasado
que repetimos todos sin saber que es costumbre
dañarse y lastimar por completar el álbum.
Es arduo, montañoso, comprender que la lucha
puede dejar de serlo más allá de la fe,
si acaso se lograse concebir el azul
marino natural con todas las mareas
como parte de un ritmo de todo nuestro corpus.
Así se llega al siempre
con un golpe de hacha que precede al asombro.
Sí, uno separa, inquieto, lo inútil de lo fértil,
lo vulgar de lo exacto, y todo sin neurosis
despues de haber latido cada borde del duelo.
Y entonces, del olvido resurge nuestro nombre
que son tus notas altas, mi protección de Venus,
y la risa Celeste del amor y su boca,
cada secreto rojo que mostré en el añil
de una caricia brava tornándose canción.
Seguí, y casi me pierdo la alegría
de ser conmigo y ella dos luces sin su tribu;
por cruzar cada límite
nos sabemos los iris
en este juego adulto de soltar a los niños.
Deja un comentario