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Ficha del libro:
Título: La caverna
Autor: José Saramago
Traducción: Pilar del Río
Editorial: Santillana Ediciones Generales, SA de CV
ISBN: 978-970-731-122-0
Nro. de páginas: 414
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La caverna
por Silvio Rodríguez Carrillo
Lo primero que llama la atención de esta novela es el detalle lingüístico de su puntuación, con el que están ausentes los signos de interrogación y de exclamación. Además, los diálogos no utilizan las rayas tradicionales, sino que los mismos simplemente comienzan con mayúsculas, y los incisos van entre comas. En ocasiones, también, pareciera que en lugar de una coma debería ir un punto, pero, en general más que un obstáculo, simboliza también una especie de juego y desafío. Como sea, más allá de que haya lectores a los que no les agradó este formato, la historia se deja leer perfectamente.
En relación con la caverna de Platón, una primera asociación podría ser la de Cipriano Algor y su horno de alfarería como una manera primitiva de concepción de la realidad, que no concibe, o que no se espera una realidad más compleja. Sin embargo, cuando el Centro le hace saber al alfarero que ya no le comprará más sus mercancías, el protagonista por fuerza debe asumir esa realidad más compleja en donde el plástico, la oferta y la demanda, el poder del dinero, son las variables que no estaban suficientemente claras desde la geografía limitada de su casa en las afueras.
Otra característica es la dosis de reflexiones que los personajes van dejando en el relato: «Ya no tengo edad para esperanzas, Marcial, necesito certezas y que sean de las inmediatas, que no esperen un mañana que puede no ser mío», «La víspera es lo que aportamos a cada día que vamos viviendo, la vida es acarrear vísperas»; como también fraseos poéticos: «Marta compuso un cansado gesto de adiós y volvió a casa», «y la cabeza del perro, como si emergiese del fondo de un agua turbia, le apareció en su entera belleza y fuerza, en su misterio y en su interrogación».
En cierta forma también se trata de una novela distópica, en tanto tenemos como opuestas una sociedad primitiva, artesanal, por un lado, y por otro, al Centro, en donde todo se rige por la ley de mercado, con todo lo deshumanizante que ello puede significar. También está el cinturón verde, en donde se cultivan las frutas y verduras con niveles de eficiencia científicos, al igual que el cinturón industrial, donde se fabrica el plástico. Entre estos espacios bien definidos están instaladas las chabolas, en donde la marginalidad se hace notable justamente por la criminalidad de sus habitantes. La crítica social es evidente.
«La caverna» (2001) se considera la tercera novela de la «trilogía involuntaria», compuesta además por «Ensayo sobre la ceguera» (1995) y «Todos los nombres» (1997). Con estas obras, Saramago ofrece su visión pesimista del mundo. Cuando anunció que había terminado de escribir «La caverna» declaró: «la peor percepción que cada uno tenga del mundo es mejor que la mía. Cuanto más mayor soy, más radical». Unos años antes, al otorgarle el Nobel de Literatura (1998), la academia sueca señalaba del autor su habilidad para «volver comprensible una realidad huidiza con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía».
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