Las horas, perfectamente alineadas como una caravana
que no se deja turbar ni por el sol ni por la lluvia,
ignoran por completo cómo las examino, ávido
de saber en cuál de ellas aparecerá tu nombre
acaso tu rostro
tu voz.
Tú tampoco sabes
cómo se exige un sniper cuando a solas vigila,
o bien,
juegas a la distancia y a la anestesia,
como Allende cuando afirmaba
que un dolor no dicho es uno que solo se disuelve.
Alguna vez accederás al calendario
y por fin decidirás la cita,
el fin de esa carencia que me nubla
que sin quererlo alimentas
cuando ríes detrás de mis ojos…
o me tocará a mí descifrar
el último y verdadero rito
que me ocultas en silencio:
bajo qué techo durmieron
los besos que te di.
A ratos todo es ausencia, compa. Gracias por pasar, Un juerte para vos.
Que bien transmites la nostalgia de la ausencia y del desamor. Me encanta el final. Eres un gran escritor, Silvio. Un gusto leerte. Abrazos.