No quiero más que la palabra entre mis labios
refiera a verbos con sabor a resentido,
que a cada trazo de mi puño incomprendido
le siga siempre una sentencia y mil resabios.
Cansado estoy de los reclamos a deshoras,
de ser el menos semejante a lo gregario
por ir en busca del opuesto y su contrario
danzando ciego con mis fieles escritoras.
Mas, qué le voy a discutir desde mis huesos
al juicio inútil que me llega desde cerca
si soy feliz a mi manera prescindente.
Si vivo a solas mi pasión por los excesos
ajeno y lejos de cualquier púdica cerca
bordando el límite tenaz del invidente.
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