Ejercicio 7 – Cartesiana
No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es,… Descartes.
Andaba entre cajones de agua miel y cerveza
saturado de lemas sin ningún asidero,
sin poder separar lo cierto y verdadero
del discurso vulgar dispuesto con destreza.
Ya ni a Dios le podía atribuir certeza
por recordarse a solas que en este derrotero
sumaría tan solo en su gris monedero
el oro liberado de cualquier impureza.
El mundo era un posible engaño del sentido,
cuando no aquella cueva del Platón divertido
sujetándolo inútil a todo lo improbable.
Entonces se pensó; y en esa razón fiable
sustentó cada uno de los ejes exactos
que hasta hoy le permiten danzar signos abstractos.
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