Día 13
«Qué ágil», dijiste, escapándosete un grano de admiración y sor-presa, como hembra que por un momento deja de fingir que no mira y, sin perder la compostura, fija la mirada en el macho que se deja ver. Por mi parte, recordé cuán sensible es el mando de este F14, y que las misiones pueden cambiar en cuestión de minutos. Aunque somos de aire fijo, al menos comprobamos que sabemos movernos rápido, que parte de dar en el blanco es volar bajito fuera del alcance de los rada-res porque reconocer el territorio es comenzar a sentir cómo serán las batallas desde cerca.
Un cuadradito verde se trazó ante mis ojos
en el medio del cual tu delgada estampa
danzaba su frescura de gacela salvaje
jugando con los fierros que sólo yo domino.
Un círculo rojizo se acomodó en el verde
cuando desde mi izquierda tu diestra permitió
que te sepa ese pulso de tu mano sencilla
bajo la aridez rota de mis dedos sedientos.
Todo en mí palpitó, entonces y con furia,
el vacío dispuesto a ser al fin llenado
con un poco de piel más allá del pensar.
Pero supe aquietarme justo al borde del triunfo
permitiendo que entera mantengas tus defensas
no sea que te gane sin que tú a mí me tomes.
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