Concha
Era rico saber que llegaría
más tarde o más temprano, con aroma
a ruta navegada sin ayuda
dispuesto a la locura de tu piel,
sin otra pretensión que demostrarte
como podían ser rojas las noches
si me dejabas ser parte de ti.
Fulgíamos los dos, no sé si locos
en cada danza y cada recorrer
las aceras que no tenían límite,
cómo si el trasgredir nos conjugara
más allá de los verbos y los tiempos
en un espacio indócil y preciso.
Entonces maduraste, satisfecha
del pasado vivido sin corazas,
olvidando que era yo el autor
de tu pisar sencillo sobre filos,
quisiste, azucarada majestad
que aquiete mis instintos y me vuelva
lo que sólo una idiota contendría.
Así que gracias, perra
lavalaconchampú,
y a ver si al fin me odias
aunque no sea más
que por sentir de nuevo.
Deja una respuesta