
Ficha del libro
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Título: El diario de Ana Frank
Autor: Ana Frank
Editorial: Educación y Cultura
Nro. de Páginas: 361
Depósito Legal: 2-109-02
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El diario de Ana Frank
por Silvio Rodríguez Carrillo
La primera anotación se fecha el 14 de junio de 1942, a los dos días de que Ana había cumplido 13 años, mientras que la última entrada tiene como fecha el 01 de agosto de 1944, casi dos meses después de que la protagonista haya cumplido los 15; una edad ya difícil de por sí, más difícil aún por la situación coyuntural que le tocó vivir —nada menos que una guerra con varias naciones implicadas—, y todavía más complicada para ella por su condición de judía, dado que dentro del conflicto giraba la discriminación erigida sobre el concepto de raza.
Al comenzar a leer, lo primero que me llamó la atención fue el vocabulario, la capacidad expresiva del autor, y me cuestioné si se condecía con su edad. Luego, como en el transcurrir del diario el mismo deja saber cuáles eran las lecturas que hacía y que también tenía el hábito de escribir, la cosa terminó por cerrarme mejor, siendo que el entorno familiar era favorable a lo literario. Por otra parte, sin posibilidades de otro tipo de entretenimiento, la lectura tuvo que haber sido una actividad primordial y, el resultado de leer regularmente se transmite, «por defecto», a la escritura.
El encierro condiciona al escritor, quien termina asumiendo y planteándose esta realidad, haciendo de la introspección un ejercicio, que es lo que finalmente va volcando en su diario, que se convierte en una especie de compañero fiel —de los que no juzgan—, con el cual puede compartir sin pudor lo que piensa y lo que siente. Ni con su hermana mayor, con quien no guarda nunca ninguna rencilla, ni con su padre, a quien ama casi hasta la idolatría, y ni siquiera con su madre, puede Ana decirse a sí misma como lo puede hacer con su muy preciado diario.
Tanto Ana, como su familia, aunque permanecen recluidos no se encuentran totalmente aislados, sino que mantienen cierto contacto con el exterior a través de un par de amigos, quienes además de facilitarles provisiones, también les proveen de libros y alguna noticia local sobre la guerra. La radio adquiere un papel trascendental, y un reloj es, claramente, un elemento importantísimo para darles a todos un viso de temporalidad normal. Así, Ana atestigua cómo cada cosa material, cómo cada frase dicha o no expresada han mutado de significancia y significado tras el encierro, contraponiendo todo aquello que fue y lo que ahora es.
Más allá de cualquier especulación acerca de si la autoría corresponde o no corresponde realmente a Ana Frank, el libro sigue siendo un testimonio vívido de una situación de guerra, con todo lo terrible que ello implica, y por su contexto resulta en una lectura recomendable para adolescentes en general, y para jóvenes que se inician en el espinoso tema de la discriminación en particular. Es un libro que sirve para hacernos reflexionar acerca de la diferencia entre abstracción y distracción, y de cómo habría de ser nuestra reactividad si nos tocase vivir el enclaustramiento en el que vivió la protagonista.

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