ab sagita volante in nocte
ab incursione daemonio meridiano
Van trepando sin pausa, feroz y raudamente,
por las huecos sombríos de cada error pasado
en un intento puro y vital como errado
de convencer de estigmas a toda nuestra mente.
Sin escapar a nada, sin luchar, mansamente
aceptamos la suerte del yugo y del arado
el poderío breve del yelmo desgastado
y la fuerza del eco que nos dice la gente.
Permitimos que lleguen y miren nuestros hombros
escuchando sus cánticos, llorosos estertores
desprovistos de lenguas que reflejen la calma.
Desnudos les mostramos todos nuestros escombros
– que creyeron caretas de entrenados actores –
por seguir jugando no escondemos el alma.
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