4- Dice – dicen
Dice – que – dicen
escupen y vomitan,
con la manera que tiene el pus cuando revienta,
que ni tengo la paciencia mínima
y que jamás fui tolerante.
No sé si el olvido
con cirujana precisión
borra el acto de Dios construyéndome a su gusto,
o si una ceguera premeditada
añadida al grito coral de una mentira improbable
hace que digan y repitan lo insostenible.
Cuando no compitió
yo lo hacía contra el crono;
ahí, en el durante, donde no lucharon
yo lo hice contra mí,
hasta que al final el silencio no me pudo
ni los «prejuicios disfrazados de experiencia»
como tampoco los juicios con sentencia adelantada,
porque ya sabía que hasta los huecos forman parte del todo.
De manera que ahora
una vez más
condenado/expuesto/des-preciado/
(y amenazado hasta el aburrimiento)
vuelvo a empujar contra lo que no se mueve
no una, sino treinta millas después del límite
tan sólo para el gesto que quise evitar
ese toque de lo real que implica eso, realeza,
la que te otorga el hacerle reír al pobre
y consolar al poderoso,
la que hace que aunque dudes confíes en tu enemigo
(tú mismo -claro-),
y te obliga a tender la mano al traicionero, una vez.
Todo
porque lo que dice
y lo que dicen de cerca o lejos
refieren a mí,
terreno que labro
presintiendo tus pasos rotos.
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