Y el hijo respondió
Desde mi grito que vuelca el pasado
surjo sin sombras, cubierto de jaspe
por ir venciendo lo oscuro del día
durante siglos y siglas, con hambre
de que llegara este tiempo de quiebres,
al que me ajusto sin lástimas, Madre
para ofrecerte mi daño hecho risa,
y de la luz que me mueve, su rara
conversación con los ámbitos otros
que tú previste al parirme en la nada,
quizás sabiendo que tarde o temprano
estallaría de huecos y lava,
quizás temiendo mirarme de cerca
y destrozar a destiempo la calma,
por sernos fiel en la cúspide suave
de ser victoria por sobre lamentos,
con esos restos de sangre sencilla
que dibujaron mis manos, mis hechos
en los adentros de miles de rostros
por decidir aceptar este encuentro.
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