Travesía del absurdo: el lamento y la verdad
Exagerar lo estrictamente real hasta caer, y caer hasta comprender el verdadero significado de las fases. Uno puede pasarse años al borde del paso, del salto, dando vueltas y más vueltas, postergándolo todo, pero, finalmente, toca siempre la hora del sacrificio cuando hay talento para ello. ¿Es apetecible hacerlo? No, porque el resultado no es inmediato y entonces se produce lo que se llama la noche oscura, o, bien mirado, todo parece oscurecerse aún más, porque se apagan las lucecitas que venían alumbrando los caminitos circundantes al camino.
Ser solitario no es estar solo, y estar solo no significa ser solitario. La soledad es un concepto apenas asible más allá del propio sentimiento cuando entran en juego el montón de sentidos disparados y apuntados en una dispersión sostenida por uno mismo, porque la verdadera soledad genera angustia y ansiedad en un primer momento y, sólo después auténtica calma. Cerrar los ojos y tender la mano en disposición a recibir la fuerza, de eso se trata, una lucha, en donde la variable que quiere hacerse carne es la culpa, siempre la culpa.
Cuotas de placer versus equilibrio, y un equilibrio de balanzas cuyo fiel es una espada ciega y cuya base es el esfuerzo. ¿Cómo entonces la risa? La risa era mentirles y mentirse de cuando en vez la sensación de vacío en la certeza. Esquivar el paso en falso y no dar ninguno, hacerse tajos pero sin llegar a amputarse nada; apartarse pero sin alejarse, no llegar a cortar el cordón umbilical y mantenerse ligado a un resto que no es el de Amós, sino ese resto personal que uno ha elegido a lo largo de los años por A o B.
Tengo la boca seca y puedo pasar cualquier prueba de alcotest. Pero ando por el suelo, buscando las migajas del alimento que cayó del cielo mientras miraba a otra parte. Es cuestión de dejar de ahogarse en los estanques buscando rescatar la luna para entregársela a nadie, abandonar la cobardía de no pertenecerse más que en estallidos de euforia y arranques de inteligencia y ser al fin uno en la locura de los cuerdos. Asumiendo los pestañeos eléctricos, las señales, los sueños, como piezas dispuestas a ser ordenadas por quien se anime a intentarlo, sabiendo que al final posiblemente lo único que podría llegar a ordenar es a sí mismo. «Buscas el orden, Araña Verde, pero sólo encontrarás la verdad».
Convierte tus lecturas en un libro exitoso
Convierte tus lecturas en un libro exitoso
La frase final, «Buscas el orden, Araña Verde, pero solo encontrarás la verdad», cierra con fuerza. Explorar la locura de los cuerdos es intrigante.
Agradezco tu aprecio por la profundidad del texto.
La conexión entre la risa y la sensación de vacío es reveladora. La lucha con la variable de la culpa es una exploración emocional profunda.
Tu comprensión añade valor, gracias.
La imagen de buscar migajas del alimento es conmovedora. La idea de dejar de ahogarse en estanques es un consejo inspirador.
Gracias por resaltar esos momentos cruciales.
El equilibrio entre cuotas de placer y esfuerzo es una reflexión brillante. La risa como mentira agrega una capa de complejidad.
Aprecio tu enfoque, gracias.
La metáfora de la noche oscura es impactante, revela la profundidad. La idea de la verdadera soledad generando calma es intrigante y bien expresada.
Gracias por tu interesante reflexión.