Teta (remixada)
En mi voz te sostuve
ahí cuando reías limbos y paraísos,
cuando al cerrar la puerta
te marchabas llevando la luz bajo los párpados.
Te palpité en mi sangre
cuando lo traicionero era puntual merienda
que en silencio tragabas
en el a solas de la herida.
Sin dudar te di mis claves
por darte algo menos inútil que lo falso,
pero fue insuficiente
preferiste al destino y toda su cordura,
que jugar a los dados mientras el dios descansa.
Fallé sin intención
y me ganó sin dramas el querer de manual,
que no por nada cura y llena las roturas
de quien oye en lo andado el verbo sin malicia,
la esencia que le colma.
Tarde ya, vuelvo a casa
mirándome las manos vacías de tesoros,
salmodiando los ecos de lo que no alcancé.
Deja una respuesta