Rasgos de un protagonista
Es quien se enfrenta al conflicto: y aquí lo más importante es que el protagonista esté a la altura del problema que va a enfrentar, y viceversa, claro. Más allá de que nuestro personaje central sea un enfermero en un hospital, o un súper héroe que vaya a salvar el planeta, el conflicto que debe enfrentar debe implicar en él ciertos cambios positivos o negativos. Es decir, parte fundamental del atractivo de toda historia es el proceso de cambio que vive el protagonista para superar su contienda.
El cambio y la trama: recuerda que la trama de la historia conlleva un mensaje subyacente, que es el fondo de todo. Pues bien, los cambios que sufre el protagonista deberían estar sintonizados con este mensaje. Si los padres de un bebé recién nacido en una aldea primitiva están dispuestos a abandonar su pueblo con tal de evitar que su hijo sea sacrificado a los dioses, pues no sería coherente que luego, en su cambio de geografía practiquen una actitud de tozudez moral o religiosa con otras gentes.
Credibilidad: si bien es cierto que cualquier lector de una obra de ficción nos concede desde el primer minuto una cuota mínima de candidez, no debemos descuidar que todo cambio debe ser medianamente creíble y, salvo determinadas circunstancias, vale más que sea gradual. Incluso cuando hay eventos que pueden significar un antes y un después para cualquier personaje, la verdad es algunos cambios sólo son posibles paso a paso, en un período de tiempo determinado. Por ejemplo, una persona de 45 años, nacida, criada y educada en Japón, que al cumplir 46 años deja por primera vez su país y se traslada Colombia, ¿qué tan creíble sería que a los dos meses asuma los valores y la conducta de una persona de su edad pero del nuevo país de residencia?

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