«Los talleres de escritura no sirven para nada… si quieres ser un profesional de la literatura huye de lugares así, no solo porque no aprenderás nada (nada, cero absoluto) sino porque seguramente cogerás vicios de la persona que enseña, que tratará de influenciarte».
Javier Cosnava. Cómo vivir de la literatura.
En los dos correos anteriores te comenté de cómo podemos mejorar sustancialmente en cualquier aspecto de la vida si es que nos dejamos guiar por un experto.
Ahora quiero mencionarte dos temas que quizás te interesen, dado que estás en mi lista de suscriptores: por qué no doy cursos de escritura, y por qué prefiero dedicarme a la edición.
1. Por qué no doy cursos de escritura: básicamente porque creo que el arte de escribir es, en esencia, intransferible. Esto es, yo no creo que se pueda enseñar a escribir literatura. Un escritor nace escritor y, en todo caso, habrá de ir mejorando la propia técnica de acuerdo al estilo personal que tiene.
Sí creo que se pueden enseñar aspectos técnicos de ciertas estructuras narrativas, como por ejemplo: «Sigue esta estructura: introducción, nudo y desenlace». O, similar, pero en verso: «no puedes mezclar el verso de gaita gallega con ninguno de los demás tipos de verso endecasílabo».
Supongamos ahora que has pagado para que te enseñen estas técnicas. Si bien es posible que siguiendo estas directrices consigas construir una historia al estilo clásico, o que llegues a componer un poema con un ritmo aceptable, esto no te garantiza en absoluto que tu trabajo no sea un auténtico bodrio.
Entonces, para mí, no tiene mucho sentido dar un curso sobre tal o cual aspecto de la narrativa, de la poesía o del ensayo, si al final el alumno no será capaz de escribir un texto de calidad.
Es por esto que sí me dedico a editar y a corregir.
2. Por qué prefiero dedicarme a la edición: en concreto, porque un escritor, cuando se le señala algunas posibles fallas y ofreciéndole sugerencias para resolverlas, termina aprendiendo ciertos conceptos de manera mucho más efectiva y con un empleo de tiempo muchísimo menor del que le implicaría hacer algún curso para detectar y resolver esas posibles fallas.
Es decir, cuando un escritor compara el borrador de una página que ha escrito con ese mismo contenido, pero revisado por un experto, visualiza y detecta al momento cuáles son sus puntos débiles y cuáles son sus fortalezas.
Por ejemplo, si el diálogo de los personajes es sólido y creíble, siendo la única falla el uso de los guiones, con una corrección se colocan los guiones correctamente redactados y, a partir de ahí, el autor se hace con la regla y luego es sólo respetarla.
Ejemplo 1
Borrador:
-Hola Juan, cómo estás?
Corregido:
—Hola, Juan, ¿cómo estás?
Ejemplo 2
Borrador:
Aquí en el sur fue distinto. Creo que yo tenía 16 años. Sí, hacía unos cuantos que había acabado la escuela y ya estaba de aprendiz de carpintero. Casi nadie se resistió y no hubo problemas. Menos mal que, como era tan joven, no me mandaron al frente, de esa sí que me libré.
Corregido:
Aquí en el sur fue distinto, casi nadie se resistió y no hubo problemas. Yo tenía unos 17 años, ya había acabado la primaria y trabajaba como aprendiz de carpintero. Menos mal que, como era menor, no me mandaron al frente.
Similar, si el texto tiene muchas muletillas –palabras o frases que se repiten continuamente–, como «no obstante», «por algo», «y», «luego», «entonces», etc., basta con que las mismas sean señaladas para que el propio autor, al reconstruir las frases, adquiera mayor destreza en sus construcciones y evite, en el futuro, repetir los mismos errores.
Como comprenderás, el conocimiento que se genera tras una corrección es imborrable y se convierte, incluso, en un material de consulta. Un caso particular de esto que menciono puede ser el de las abreviaturas. Si en el borrador dice «3ra. sílaba», mientras que en el texto corregido dice «3.ª sílaba», el autor se hace con la corrección y con la regla.
Y también considero un gran detalle, al interactuar con un escritor indefectiblemente aprendo de él. Cada escritor se forja más temprano que tarde su propia cosmogonía, la cual aprendo a conocer, lo que deriva en un aprendizaje continuo que me hace crecer como editor.
Considerando lo anterior, si tuvieses que elegir entre pagar por un curso de escritura o pagar por una corrección profesional, ¿qué elegirías?
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Si, es cierto, en los cursos muchas veces quieren influenciarte otras formas personales. Me paso y lo deje. En la edicion, noto que las correcciones son mas precisas y como dice, se fija la regla y ya el escritor corrije errores posteriores.
Salud, Romina
Muchas gracias por leer y comentar.
Creo en gran medida el escritor es autodidacta. Un escritor lee de otra manera cada libro, en donde observa los modos del autor de turno a ver si qué puede aprender. Así, con una corrección va directo a lo práctico, sin demorarse en aspectos teóricos que quizás jamás necesitará.
Un abrazo y que estés bien.