Las protestas en China
Deberíamos partir de la base de qué tipo de protestas pueden y/o se dan en las calles, pues, una cosa es que un grupo de personas transite por un determinado sitio llevando pancartas, y cosa muy otra que esta misma gente sufra o inflija agresiones físicas.
El sistema de crédito social: hace ya mucho tiempo que en China está instalado un sistema a través del cual su población es monitoreada 24/7, recibiendo puntos a favor o puntos en contra de acuerdo a sus actividades. Este monitoreo incluye la espía desde los teléfonos móviles hasta los millones de cámaras instaladas para detección facial.
Así, cuando un ciudadano chino se involucra en una protesta sabe muy bien a qué se está exponiendo. Por lo tanto, si el nivel de protestas en China se ha elevado hasta ganar los titulares occidentales es porque el malestar es realmente profundo.
Las protestas son urbanas: en su momento, cuando Mao llegó al poder, lo hizo sabiendo que era en el campesinado en donde estaba la revolución, y fue esta manera de entender su nación la que lo diferenció del comunismo de Moscú. Sin embargo, hoy día la población urbana respecto de la población rural es completamente diferente a la del siglo XX. Es decir, una protesta la población urbana refleja una protesta de la mayoría.
Qué piden: hasta el momento, al menos, las protestas van en contra de las medidas que el gobierno ha estipulado bajo el lema de «Covid 0». Es decir, en las protestas la población afectada pide/exige un cambio en la normativa que resulta en privación de su libertad a fin de poder trabajar y generar ingresos como normalmente lo hacía. Es decir, aquí el detalle: la población no pide/exige la destitución de ningún gobernante. Este sería el límite a cruzar.
Policía y no ejército: otro aspecto importantísimo es que hasta la fecha la Policía, y sólo la Policía se ocupó de contener a los manifestantes. No es poco, considerando que en el histórico no muy lejano están las protestas de Tiananmén de 1989, en donde fue el Ejército el que intervino. Como consecuencia de aquellos terribles días, le imagen que hoy tiene ganada el Ejército difícilmente podría ser arriesgada, y menos todavía en una coyuntura en donde un conflicto bélico es posible por la cuestión de Taiwán.
Con el prestigio ganado del presidente Xi, y acompañado del poderío militar de sus comandantes, resultaría muy poco recomendable exaltar todavía más los ánimos a tal punto de que en las protestas se mencione a algunos gobernantes y/o militares.
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