La alegría de vender: lo cierto es que mucha gente tiene un concepto negativo de los vendedores y de las ventas, en general. Y esto ocurre por una razón muy sencilla, en algún momento se encontraron con vendedores incompetentes y entonces actuaron, también, como compradores incompetentes. Pero claro, un ser humano normal, con el ego normal, jamás admitirá que hizo una compra indebida, sino que aducirá que fue estafado, por lo tanto, el culpable es el vendedor.
El discurso que omite: hay que reconocer, por supuesto, que muchos vendedores recurren a un discurso que falta a la verdad, sobre todo por omisión. Esto es, al momento de vender un producto el vendedor no nos cuenta cuáles son las limitaciones de ese producto, y claro, menos todavía nos va a contar las consecuencias de esas limitaciones. Un ejemplo que puede parecer tonto pero es real: una computadora sin lector de DVD. Puede parecer un periférico innecesario, y ahorra unas monedas, pero cuando necesitamos utilizar ese periférico maldecimos a todos los vendedores. Es así.
El discurso que exagera: también está el discurso que promete más de lo que el producto realmente puede conseguir, como el de ser un best seller en cinco sencillos pasos, o cómo eliminar grasa abdominal mirando Netflix. Y a veces, incluyendo una omisión importante: la cuota de esfuerzo que el usuario debe realizar para que el producto funcione.
La descripción de un libro: viene a ser el discurso de venta del mismo y, como ves, mentir en ese discurso es lo que suele hacer que los autores sean reacios a querer vender. Hay un montón de autores noveles que en la descripción tienen «este electrizante thriller que te mantendrá atrapado desde la primera página», o bien, «con descripciones que harán que sientas que estás en la historia», y el infaltable «esta impactante historia de amor».
Un buen libro tiene un discurso de venta preciso, y su autor quiere venderlo y se alegra cuando lo hace, porque al generar ingresos puede invertir en correctores, en mejorar la portada, en una nueva portátil y mil cosas más. Y, en todo caso, puede donar su dinero a alguna entidad.
Por eso las editoriales experimentan, siempre, la alegría de vender.
Me encanto esta página me sirve muchísimo, quiero abrir mi camino me encanta escribir.
Salud, María Inés, muchas gracias por escribir.
Pues te cuento un chisme, tengo más de 20 libros publicados, míos, y unos cuantos más de colegas y competidores. Tenía 24 años cuando publiqué mi primer libro, y 20 cuando comencé a escribirlo. Y a esto voy, todo tiene un comienzo. En ese entonces, yo no contaba con un material como el que tú has leído y que vienes siguiendo. Ni siquiera había Internet.
Todo depende de ti, comprometerte, cumplir un horario y dedicarte a escribir/investigar. Afortunadamente, para ser escritores no necesitamos de suerte ni de destino, sí de disciplina, que es lo primero que nos enseña la naturaleza.
Un abrazo.