Inigualable idiosincracia
«Pero como yo, nadie», suelo leer y escuchar, y anteponele la oración que querrás. Como si tal cosa no fuese obvia, al menos desde el punto de vista del entrenamiento que la mayoría hemos recibido. No sé hoy, pero en los 90’s cuando tuve un estrecho contacto con un ingeniero, este me había dicho que por más «perfecta» que sea la máquina, jamás dos tornillos terminaban siendo producidos exactamente iguales. Esto es, a niveles de extrema exactitud nunca dos piezas eran iguales, nunca un A=A. Y fijate que es un ámbito que podría catalogarse de sencillo, casi, comparado a lo otro.
En lo otro, podemos comenzar con el final, por así decirlo. Si te gusta la música y vas como curtido en el tema, entenderás que nunca un concierto es igual al otro, aún cuando los intérpretes sean los mismos. Y esto desde la filarmónica de Londres tocando dos noches seguidas a Bach, o a los Metallica, tocando lo mismo primero en San Pablo y luego en Asunción. En este territorio, ahondando un poco más, ni siquiera los concertistas duplican con la exactitud de un copiar/pegar una interpretación. Hay algo que va más allá de sí mismos y que es la interactuación.
El ánimo cambia cuando la percepción cambia, y la percepción cambia incluso con el clima. Cosa una la cama cuando uno porta cansancio, cosa otra la misma cama cuando uno porta ansiedad, y viceversa, por supuesto. Cabe profundizar hasta niveles más sencillos, como una cajetilla conteniendo 20 cigarrillos que, por esta vez, supongamos sean exactamente iguales entre sí, pero que sabrán diferente en atención a lo circundante. El mismo y exacto cigarrillo a las diez de la noche, y el mismo y exacto cigarrillo a las seis de la mañana. De manera que entonces nada nunca es igual. ¿Resulta esto obvio?
Entonces y así, ¿por qué podría tener validez emocional, en lugar de resultar aburrido de todo aburrimiento, una sentencia del tipo «pero como yo, nadie»? ¿Por qué la gente sigue escribiendo y diciendo una frase como esta? La primera respuesta que se me ocurre —y ojo que la escuela del tetaconchaculosufro la pasé con honores— es que la gente en su común mayoría es esencial y vigorosamente idiota, así, sin más. Si a mí me dicen «te amarán, pero como yo, nadie», yo me diré, listo «me trata de imbécil, dado que es idiota». Y ahí le iré metiendo.
Como alternativa, que siempre hay tres cuando menos, apelo a la inconciencia del receptor. Esto es, el emisor le recuerda, o intenta enterarle al receptor, respecto de la sacrosanta definición de «únicos e irrepetibles». Cosa loable, desde ya, en tanto el receptor no sepa de telemetría. En tanto el receptor no maneje tiempos y lenguajes, telenovelas y finales de noche, o sea, en tanto el receptor se la crea y se arrodille ante la expresión que le confiere y reconoce unicidad. Ahora, acomodándolo un chiqui, cabría un «Como tú me besas no me besa nadie. Ni siquiera tú». Ahí sale ganando.
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La alternativa propuesta, «Como tú me besas no me besa nadie. Ni siquiera tú», agrega humor mientras resalta la absurda autoafirmación. Esta reinterpretación ingeniosa destaca la paradoja y la subjetividad en las declaraciones de singularidad.
Me alegra que aprecies la alternativa humorística. Gracias por tu humor.
La crítica directa a la frase «como yo, nadie» es refrescante. Cuestionar su validez emocional y señalar la posibilidad de que subestime la inteligencia del receptor ofrece una perspectiva única. Desafiar clichés siempre es necesario.
Aprecio tu reconocimiento de la crítica. Gracias por tu perspicacia.
Explorar cómo nuestras percepciones influyen en la identidad única es fascinante. La conexión entre emociones, entorno y hasta el tiempo altera nuestra interpretación personal de la realidad. La reflexión sobre la cajetilla de cigarrillos agrega una capa profunda.
Tu reflexión sobre la percepción es valiosa. Gracias por destacarlo.
La metáfora de la música ilustra brillantemente la inimitable naturaleza de cada experiencia. Aunque la partición sea idéntica, la interpretación única y la conexión con el público varían. Esto refuerza la idea de la singularidad en cualquier repetición.
Agradezco tu interpretación musical. Es fundamental reconocer esa diversidad.
Tu analogía ingeniosa sobre la imposibilidad de replicar exactamente tornillos revela la singularidad intrínseca. Esto resuena especialmente en la ingeniería, donde la precisión aún deja espacio para la individualidad en cada componente.
Gracias por apreciar la analogía. Valoro tu perspectiva ingenieril.